Asturias en la Europa de 2020

Asturias cuenta con un peso discreto en el ranking de las regiones europeas, si se atiende a su magnitud y a sus datos socioeconómicos. Quizá por eso mismo parece necesario subrayar que, como comunidad autónoma, Asturias dispone de los instrumentos y competencias necesarios para decidir sobre su futuro en el marco del Estado de las autonomías vigente en España. Diseñar el futuro no es exclusivo de los poderosos o de los grandes. Sobre los dirigentes asturianos recae por tanto la responsabilidad y la oportunidad de adoptar aquellas medidas que resulten más adecuadas para afrontar los retos de futuro de este pequeño país.

Pero el discurso no debe agotarse en la afirmación anterior. Con el avance de la globalización resulta cada vez más insuficiente limitarse a realizar un planteamiento exclusivamente regionalista de los problemas y de sus posibles soluciones. Los factores a tener en cuenta para ejercer las tareas de gobierno son numerosos y complejos y proceden de diversos ámbitos geográficos y disciplinares, así como de intereses colectivos en ocasiones divergentes.

España, como país miembro de la Unión Europea, y el conjunto de entidades subestatales que lo conforman, deben estar muy atentas a las políticas públicas que se van gestando en el seno de las instituciones europeas y que van a configurar una posición común o una tendencia mayoritaria frente a los grandes desafíos que debemos superar conjuntamente en un mundo globalizado. Dicho en otras palabras: en la actualidad, ya no es factible gobernar sin tener muy presente lo que se propone en Europa.

Pues bien, la Unión Europea ha diseñado su estrategia política para los próximos años. Es la llamada Estrategia Europa 2020. En ella se plantean tres grandes objetivos: conseguir un crecimiento inteligente, es decir, basado en la innovación; sostenible, atendiendo a las consideraciones medioambientales, e inclusivo, en el que se tenga en cuenta el objetivo de la cohesión social. Además, siguiendo el mandato del Consejo Europeo, la Comisión Europea ha lanzado toda una batería de propuestas que desarrollan los grandes objetivos antes citados y que pivotan en torno a las llamadas iniciativas emblemáticas: «Unión por la Innovación», «Juventud en movimiento», «Una agenda digital para Europa», «Europa eficiente en términos de recursos», «Una política industrial para el crecimiento verde», «Una agenda para las nuevas cualificaciones y puestos de trabajo», «Una plataforma europea contra la pobreza».

Esta estrategia europea pretende construir las bases para un cambio de modelo económico, social y medioambiental y anima a los gobiernos nacionales y regionales a trasladar a sus ámbitos de decisión el mismo esquema mediante el diseño de estrategias inteligentes, sostenibles e inclusivas. La cuestión clave es: ¿es posible diseñar en Asturias una estrategia regional en el sentido que plantean los documentos clave europeos? En mi opinión, la respuesta tiene dos vertientes. La primera es que no sólo es posible, sino definitivamente necesario contar con una estrategia regional inteligente, en la que se establezcan los objetivos y los medios necesarios para alcanzarlos y que sirva de instrumento para la implicación de todos los agentes públicos y privados de la región. La segunda es que dicha estrategia no puede crearse por generación espontánea y de manera aislada en Asturias, sino que debe enmarcarse en un conjunto de realidades pasadas, presentes y futuras. Además, debe ser coherente con los grandes objetivos diseñados para el conjunto del Estado español y debe buscar sus cooperaciones, apoyos y alianzas en el exterior, en particular con aquellos socios con los que comparta intereses.

Una estrategia 2020 para Asturias debe partir de las especificidades que son propias a su territorio, enlazándolas de manera coherente en forma de estrategias integradas, en las que las diversas políticas sectoriales contribuyan al logro de objetivos de mayor alcance. Entre estos objetivos deben encontrarse en primer término la mejora de las condiciones necesarias para la innovación, la investigación y el desarrollo, el incremento de los niveles educativos, hacer frente al cambio climático y desarrollar un nuevo modelo energético, fomentar el empleo y promover la integración social.

Existe además una ventaja adicional. El diseño de documentos estratégicos que cuenten con la participación de las diferentes administraciones implicadas y de los grupos de interés presentes en la región, y que tenga como fuente de inspiración los exhaustivos trabajos desarrollados en el seno de las instituciones europeas, constituirá la mejor carta de presentación a la hora de solicitar financiación externa (en particular europea). La financiación de proyectos y programas en torno a las iniciativas mencionadas anteriormente se verá respaldada por la existencia de un proyecto coherente detrás –de la misma manera que una empresa elabora su plan de negocio para conseguir un préstamo o una subvención.

Para poder avanzar con éxito en el diseño y desarrollo de una gestión estratégica regional es necesario además modificar mecanismos y hábitos de la gestión pública tradicional, y en particular en la estructura y funcionamiento de las administraciones. Estos cambios deberán responder a las necesidades de eficacia, de participación social y de creatividad que la tarea de diseño estratégico requiere. La diferencia entre conseguir introducir los cambios oportunos y no hacerlo será tanto como estar o no a la altura de los desafíos, evolucionar en la dirección adecuada o quedarse atrás perdiendo el tren del progreso.

María José Rodríguez Carbajal,

Jefa de la Oficina de Asuntos Europeos del

Principado de Asturias