La escuela de Lebredo a través del tiempo
Lebredo es un pueblo que tuvo escuela pública desde sus comienzos, y en eso se distinguió de otros muchos que, aunque mayores en población, tardaron bastante más en disponer de este bien social, tan importante para cualquier sociedad que se precie.
A algunos de nuestros abuelos, nacidos alrededor de 1880 y 1990, la escuela como institución pública les llegó un poco tarde, pero no por ello dejaron de recibir una enseñanza adaptada a su época. Por ello, acudían diariamente por la noche y de forma voluntaria a la rectoral; allí les esperaba para instruirles de forma desinteresada por la noche el cura párroco don Francisco Pérez Álvarez, natural del Castro de Obanza (Castropol), fallecido y enterrado en el cementerio de Lebredo en el año 1930.
El hecho de que este sacerdote se encargase de la educación de los niños de aquella época supuso un hito muy importante en la historia de nuestro pueblo, pues ni siquiera en aquella época hubo analfabetos en nuestro pueblo, pues todos, sin distinción de clase social ni sexo, aprendieron, por lo menos, a leer y a escribir, algo que sin duda nos llena de orgullo.
Más tarde, hacia el año 1906 se crea la escuela pública, ubicada en el llamado «Cuarto de Colás», en régimen de alquiler (50 pesetas la temporada), pero debido a la gran afluencia de alumnado, aproximadamente 57 niños y niñas de Las Mestas, Nadou, Coba y Lebredo, se traslada al «Cuarto del Vidureiral», también en régimen de alquiler, pagándolo en su totalidad los ayuntamientos de El Franco, Coaña y Boal, que también se hacía cargo del sueldo del maestro o maestra, 125 pesetas por aquel entonces, pagados equitativamente por los tres municipios. Razón tiene el refrán que dice: «Pasas más hambre que un maestro de escuela», cosa que afortunadamente hoy no sucede.
Por no reunir las condiciones idóneas, se proyecta la construcción de la primera escuela en 1912: «A Escuela da Fonte», en la zona llamada «A Fontarica», siendo los vecinos los que la construyeron en su totalidad aportando la mano de obra y los materiales.
Por esta escuela pasaron todos nuestros antepasados, a cargo de maestros como don Manuel, de Boal; don Antonio Álvarez, de León; don Jaime, de Trevías; don Emerenciano, de Cáceres (padrino de Emerenciano del Casalín), y otros muchos hasta doña Beatriz, de Villaoril, que fue sustituida por doña Albina Blanco Suárez en 1954, natural de Morales de Valverde, provincia de Zamora.
Allí permaneció una década al cargo de 33 niños y niñas de todas las edades (somos los que hoy tenemos entre 60 y 70 años), fue una gran impulsora del mantenimiento y de las actividades extraescolares: laborales para las niñas y trabajos de mantenimiento para los niños. Los alumnos teníamos unas funciones que desarrollar: el mantenimiento de la calefacción (encender la estufa) le tocaba a Carlitos de la Carbayosa padre, y otras reparaciones: colgar una percha, poner un cristal, etcétera, y ser tesorera para la recaudación del Domund, a Rolindes. Entre algunas anécdotas para recordar están: el siempre adinerado César de la Casanova, que siempre andaba en tratos y nunca le faltaba el dinero. Angelín de Méndez era el constructor número uno de aviones, que después se las apañaba para venderlos y sacar algún dinero. Manolín de la Casanova aportaba el tabaco, «las dianas» con las que más de alguno cogió un buen mareo... Josepín de Colás siempre tenía colección de navajas, y Lisardo, de armas.
Entre todos estos avatares doña Albina fue la pieza clave para la construcción de la escuela actual, en busca de mejores instalaciones y un mejor acceso al inmueble, redundando todo ello en el bien de los niños y niñas del momento.
Se construye, entonces, la escuela pública de Lebredo, en 1962, hoy convertida en telecentro, lugar de reuniones vecinales y otras actividades como talleres, cursos, etcétera. Sigue al frente doña Albina Blanco, que consiguió dar un importante impulso a la cultura en general de todos los que allí vivíamos; incluso gestionó la puesta en funcionamiento del comedor escolar, algo inaudito hasta entonces y muy importante, teniendo en cuenta que venían niños y niñas que tenían que recorrer hasta 5 kilómetros para llegar a la escuela. El comedor era gratuito, aunque colaboraban los padres y madres de los alumnos, Luisa del Zuqueiro, Lucina de la Carbayosa y María de las Mestas. Pasado el tiempo, llega la hora de la jubilación; doña Albina (fallecida el pasado año a los noventa y tantos años) deja la tiza tras más de 30 años al servicio de la enseñanza. Se traslada a vivir a La Caridad, manteniendo una estrecha relación con todo el pueblo, alumnos y ex alumnos.
Toma el relevo Evaristo Fernández, de Langreo; Azucena Pérez de las Sellas; Pablo Feito, de Navia, y en 1984 se cierra definitivamente la escuela con Joaquina González, también de Navia. Los niños pasan a formar parte del Colegio Arcángel San Miguel de La Caridad, actualmente Jesús Álvarez Valdés.
Hoy, como alumnos y alumnas de aquella época, nos hemos reunido para recordar viejos tiempos. Damos las gracias a los organizadores, a todos, a todos los que colaboraron de una u otra forma y a todos los presentes.
Un pequeño recuerdo también para los que ya no se encuentren entre nosotros y que un día fueron nuestros compañeros y amigos.
Un fuerte aplauso para todos ellos.
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