Hibris y némesis
En la sociedad actual, políticos, tertulianos e «influencer» ideologizados ejemplifican nuestra hibris. Son el látigo que se nos da para que nos fustiguemos, siendo nuestra némesis dudar de si se está desmontando la República de Weimar o nuestro Estado social y democrático de Derecho, al quitárseles poder a los jueces para dárselo a los fiscales y regulando las palabras con las que podemos calificar nuestra realidad.
Hace sesenta años fumar fue mi hibris; lo hacía porque podía hacerlo: ¿qué otro sentido habría? La némesis consecuente fue la drogadicción a la nicotina. Enseguida hicieron su aparición las máquinas expendedoras de esa droga: no había que pedirla a nadie, nos atendíamos a nosotros mismos orgullosos de hacerlo porque podíamos, y se estimulaba nuestra hibris con la robótica frase: «Su tabaco, gracias». La némesis era el mensaje en la cajetilla: «El fumar produce cáncer». Para entonces ya habían aparecido la automatización, los PLC y la informática, la robotización, internet, las comunicaciones entre las máquinas. Ello permitió fábricas sin luz y sin humanos en otros países más avanzados. Aquí hizo su aparición la hibris del móvil y su consecuente némesis de adicción. La llegada de la IA facilitó a los amos entregarnos un mejor látigo con el que fustigarnos. Aquí las fábricas siguen con la luz y trabajadores, pero las luces se apagaron en muchas oficinas bancarias. Las entidades bancarias, como inmortales diosas, nos hacen trabajar para ellas como mortales sin salario. Hoy no tienen apenas oficinas, ni en las que sobreviven tienen empleados. Incluso han sacado los cajeros automáticos a la calle más allá de sus puertas, para no tener responsabilidad alguna sobre un posible mal uso por nuestra parte. Además, si quieres comunicarte con ellas por teléfono, un robot te dice que tienes que hacerlo a través de su "app" (que supongo significa: "Anachronic personal power" o poder personal improcedente). Las entidades bancarias ya no guardan nuestro dinero en una caja fuerte tras su combinación (o quizá aún lo hagan); el dinero está en "la nube" porque lo guardamos nosotros tras la "app" del móvil con nuestra contraseña para que, autoexplotándonos, lo gestionemos bajo nuestra responsabilidad o hibris; algún día descubriremos aquello contra lo que los dioses luchan en vano: nuestra estupidez o némesis. Sus especulaciones usan la IA, nuestros datos y dinero, con plena desatención al cliente.
El 29-O conmemoramos la dana de Valencia causada por la hibris de construir en zonas inundables. La némesis fue que no hubo aviso a tiempo en los móviles, que sí enviaron sus vídeos informando justo al momento. Nuestra arrogante hibris no puede reconstruir en zonas inundables donde ya ha ocurrido; no nos podemos permitir tal némesis.
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