Bienvenidos a Mieres: aparcar está prohibido, pero multar no
Como mierense nacido y criado, quiero expresar mi agradecimiento al Ayuntamiento de Mieres y, en especial, a su alcalde, Manuel Ángel Álvarez, responsable directo de la Policía Local según la ley 7/1985, por el éxito con que están logrando algo insólito: desalentar a vecinos y visitantes de acercarse al centro de la ciudad.
El pasado domingo 2 de noviembre, en pleno mercado semanal, recibí una multa por estacionar en una parada de autobús en la calle Carreño Miranda. Desde el punto de vista legal, la sanción es indiscutible. Pero antes de castigar, convendría garantizar que los ciudadanos dispongan de alternativas reales para cumplir las normas. En Mieres, eso es hoy un lujo imposible.
Las obras permanentes, los cortes de tráfico, las peatonalizaciones desproporcionadas para una ciudad de este tamaño y la escasez de aparcamientos han convertido circular o aparcar en un desafío constante. El Ayuntamiento parece más preocupado por recaudar que por gestionar, y mientras tanto el centro se vacía y el comercio local se apaga lentamente.
No se trata de cuestionar la movilidad sostenible, sino de señalar su mala aplicación. Una ciudad sin aparcamiento ni acceso razonable no es moderna: es inviable. Los contribuyentes seguimos pagando el impuesto de circulación como si circular fuera aún posible, mientras la gestión municipal convierte la convivencia en un laberinto de prohibiciones.
Gobernar no es imponer sanciones con precisión milimétrica, sino facilitar la vida cotidiana de quienes sostienen la ciudad con sus impuestos.
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