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Túpac Amaru el rebelde

5 de Noviembre del 2025 - Javier Arjona (Siero)

Este 4 de noviembre se cumplieron 245 años de la rebelión más grande de los pueblos indígenas de la América contra la colonia española.

Hace pocos días regresaban a sus territorios varias personas procedentes de los Andes peruanos, que de la mano del arquitecto Vicente Díaz Faixat mantienen un intercambio con familias y entidades de Asturias.

En este caso con su potente vertiente musical, sus danzas y su cultura, que proviene y se fortalece en lo común, en las comunidades, y en su memoria histórica relacionada también con Túpac Amaru, pues viven y nacieron cerca de donde nació también el héroe nacional.

La rebelión de Túpac Amaru II, iniciada en 1780, constituyó la expresión de lucha más alta de los pueblos indígenas durante la colonia. Tuvo un carácter antifeudal, antiesclavista y anticolonial, y se extendió por todo el continente abarcando tres virreinatos (Perú, Río de la Plata y Nueva Granada), y sigue siendo semilla, raíz y horizonte de la emancipación.

Junto a la llama que incendió / los senderos de América / y la arrancó de su letargo / floreció tu amapola (Micaela Bastidas).

El levantamiento buscaba poner fin a los abusos del sistema colonial español, que estaba marcado por la explotación de las comunidades indígenas a través de las reformas monárquicas, que incrementaron los impuestos y reforzaron el sistema de repartimientos y la mita minera. Además, el descontento social se había extendido entre mestizos, criollos e indígenas, quienes sufrían bajo el yugo de los corregidores y la Iglesia.

Túpac Amaru II no solo representaba una figura de resistencia indígena, sino que también encarnaba las aspiraciones de justicia social y autonomía política.

A pesar de su fracaso militar, el legado de Túpac Amaru II perduró como un emblema de la resistencia indígena y como un precursor de las luchas por la emancipación en el continente.

En 1780, tras años de intentar negociar pacíficamente con las autoridades coloniales, Túpac Amaru II decidió tomar las armas. El detonante inmediato fue el arresto y tortura de su esposa, Micaela Bastidas, por parte del corregidor Antonio de Arriaga, a quien luego capturó y ejecutó en un acto simbólico de justicia indígena. Este hecho marcó el inicio de la rebelión, que rápidamente ganó adeptos entre las masas oprimidas. Túpac Amaru II no solo buscaba restaurar el Tahuantinsuyo, sino también crear un sistema más justo donde indígenas, mestizos y criollos pobres tuvieran derechos equitativos. Su liderazgo carismático y su discurso inclusivo lograron unir a diversos sectores sociales, aunque también enfrentó divisiones internas, especialmente con líderes indígenas que preferían una rebelión más radical.

El movimiento de Túpac Amaru II inspiró futuras rebeliones, como la de Túpac Katari en Alto Perú (Bolivia), y se convirtió en un símbolo de la lucha contra la opresión. Durante las guerras de independencia del siglo XIX, su figura fue reivindicada por líderes como Simón Bolívar y José de San Martín.

Túpac Amaru II es considerado un héroe nacional en Perú. Su nombre ha sido adoptado por movimientos sociales, guerrillas y organizaciones políticas que buscan reivindicar los derechos de los pueblos originarios.

El legado de Túpac Amaru sigue vivo en la memoria rebelde de Abya Yala.

Su causa -la justicia, la libertad, el derecho a la autodeterminación y la dignidad de los pueblos originarios- continúa inspirando luchas actuales contra la exclusión, el racismo, el extractivismo y la desigualdad. Su semilla germinó, y sigue dando frutos.

Fernando Túpac Amaru Bastidas era el hijo menor de José Gabriel y Micaela, y fue obligado a presenciar a sus 12 años la muerte horrenda de sus padres por descuartizamiento y ahorcamiento.

Padeció innumerables actos de crueldad y fue enviado a destierro y prisión en Cádiz, y en Madrid, donde en total olvido murió a los 30 años. Sus restos en el cementerio de San Sebastián fueron destruidos por los bombardeos franquistas.

Este 7 de abril de 2025 sus restos simbólicos (un puñado de tierra) fueron recibidos por las autoridades en Cusco. Un gesto que no solo rescata una figura olvidada, sino que confirma la vastedad de una historia que sigue viva en pueblos, rituales y ciudades del Perú. Cada gesto de memoria revela que el pasado no ha quedado atrás, sino que continúa moldeando la identidad andina.

El gran José María Arguedas, que soñó un país donde todas las sangres pudieran coexistir sin jerarquías ni exclusiones, sigue siendo una brújula moral. Y aunque su anhelo aún parezca una utopía, gestos como este nos acercan, paso a paso, hacia una memoria más justa.

"Fernandito", sus restos simbólicos, fueron homenajeados en la plaza de Cuzco.

La urna de madera tallada que simboliza la resistencia indígena del yugo español tras permanecer un tiempo en el palacio de la Municipalidad Provincial de Cusco, fue sepultada en la plaza Mayor, lugar donde presenció el asesinato de sus padres y de Francisco, el mayor de sus hermanos.

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