La hora de la sanidad pública
En la sanidad pública asturiana siguen vigentes los principios de universalidad y gratuidad, así como la calidad de sus prestaciones. Es decir, las bases que la convierten en un servicio básico, absolutamente imprescindible para la ciudadanía. Sin embargo, su evolución en los últimos años está rodeada de interrogantes.
La pandemia ha puesto de manifiesto, con toda crudeza, el deterioro de nuestra atención primaria, con el 27 por ciento de la población con más de una semana de demora para una cita presencial, mientras que en atención especializada más de 50.000 pacientes están en espera de una “primera consulta”. Las consecuencias están a la vista: las clases medias y los trabajadores que pueden pagar buscan refugio en las pólizas y en la medicina privada, con un gasto del bolsillo muy superior al de la media de la Unión Europea.
Sabemos, además, que nada es para siempre, como nos advierte el desmantelamiento del NHS en Inglaterra, antiguo referente mundial de todos los sistemas públicos de salud. Sabemos también que la sanidad asturiana está mejor que la de otras comunidades autónomas, como Madrid o Andalucía; pero la realidad es que en Asturias, como en España, los problemas se acumulan y la privada ha pasado de ser subsidiaria a competir con la pública, con grandes expectativas empresariales de negocio, como vemos con el desembarco en Gijón de Ribera Salud y Quirón /Fresenius.
Nuestra sanidad pública tiene problemas estructurales. Un sistema pensado para procesos agudos se enfrenta ahora a la cronicidad y la comorbilidad, en una sociedad envejecida, sin coordinación con los servicios sociales ni estrategias de salud comunitaria. Pero no solo la primaria y las listas de espera, los servicios de salud pública y de la salud mental tampoco han tenido mejor suerte.
Un sistema pensado para procesos agudos se enfrenta ahora a la cronicidad y la comorbilidad, en una sociedad envejecida, sin coordinación con los servicios sociales ni estrategias de salud comunitaria
Las plantillas, que son el principal activo del sistema, han llevado sobre sus espaldas las estrategias de austeridad y la dureza de la pandemia, con el resultado de desmotivación y “burnout”. A lo que contribuye una gobernanza presidida por el gerencialismo que excluye a los profesionales y la ciudadanía, con pérdida de sentimiento de propiedad y sentido de pertenencia.
Los recursos también se han visto restringidos, es verdad que menos en Asturias que en otras autonomías, pero claramente en todos los casos por debajo de la media de la UE. Hay que reivindicar más inversión, pero con racionalidad (menos en precios abusivos de medicamentos y más en el personal sanitario) y siempre acompañada de reformas y la recuperación de principios y valores, como la dedicación exclusiva, la participación social y profesional, la transparencia y la rendición de cuentas.
Por estas poderosas razones, las organizaciones ciudadanas, profesionales y sindicatos, que representamos a una amplia mayoría de la sociedad civil, hacemos esta convocatoria en defensa de la sanidad pública. Necesitamos poner a la sanidad pública en la agenda política del Gobierno, los partidos y el Parlamento. Ahora es el momento, nos vemos el domingo 9 en Gijón, a las 12 horas, en la plaza de Europa, frente al centro de salud Puerta La Villa.
Carlos Ponte, en representación de la iniciativa “Muévete por la sanidad pública”, que convoca a sindicatos, movimientos sociales y sociedades profesionales
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