Capitalismo digital
La filosofía de Shoshana Zuboff, filósofa y socióloga estadounidense, en su libro "La era del capitalismo de la vigilancia", analiza las profundas contradicciones del capitalismo digital del siglo XXI. Reflexiona sobre el destino de la humanidad en la época de los datos. Advierte sobre el evidente peligro de que la libertad de las personas acabe siendo sustituida por un modelo de control invisible y algorítmico. Piensa en las grandes corporaciones tecnológicas como Meta o Facebook, Apple, Amazon, Microsoft, etc., que comercian con los datos de sus usuarios y los venden a anunciantes y a otras empresas. De este modo, la experiencia humana se convierte en la materia prima del capitalismo digital. Cada emoción, clic y me gusta en el consumo de contenidos digitales en las redes sociales o plataformas se transforman en un fragmento de información susceptible de ser analizado, predicho y comercializado. Esto es, en palabras de Zuboff, una expropiación de la experiencia. La privacidad se volatiliza, y el derecho a la intimidad, también. De esta forma, los miles de millones de usuarios que acceden "gratis" a los contenidos digitales son la materia prima de un negocio multimillonario.
Además, se intenta modelar el comportamiento humano, para que se consuma más. Se diseñan estímulos digitales para captar nuestra atención y dirigir las decisiones de compra. Lógicamente, esto es criticado por Shoshana Zuboff. Se puede hablar, según esta filósofa, de un régimen de poder epistemológico o del conocimiento, pero mal orientado ya que perjudica. Se entiende que la filósofa norteamericana denuncie la deshumanización de la economía digital de la predicción. Propone la recuperación de un contrato social digital: transparencia, soberanía de los datos personales y responsabilidad democrática de las plataformas.
Una de las grandes preguntas que se pueden plantear desde los análisis de Zuboff es la siguiente: ¿seguirá siendo el ser humano consciente, capaz de decidir su propio destino, o se convertirá en un conjunto de datos administrados por algoritmos? Estoy convencido de que la libertad humana seguirá siendo más poderosa que el mundo digital. De todos modos, es cierto que debería haber más controles por parte de los gobiernos de todos los estados del planeta en relación con los algoritmos y la inteligencia artificial. La ética debe ser aplicada con todas las consecuencias si queremos que se respeten los derechos de los sujetos en todos los ámbitos, y también en el digital. Los avances tecnológicos, si se aplican bien, son muy útiles.
Por ejemplo, los ordenadores cuánticos poseen una velocidad de procesamiento enorme, ya que pueden realizar cálculos simultáneos con la superposición cuántica. Harán posibles descubrimientos hoy inalcanzables. Resuelven problemas en segundos, que a un ordenador clásico le llevarían años. Es asombroso. Además, pueden acelerar el entrenamiento de algoritmos de inteligencia artificial, al manejar grandes volúmenes de datos con rapidez.
Vivimos en una sociedad en que la privacidad deja de ser un derecho pleno y se convierte en un lujo, porque todo puede ser grabado y analizado. Por ejemplo, me parece bien que en España no se permitan cámaras en las aulas. Pero en las calles, establecimientos, aeropuertos, etc., existen infinidad de cámaras que graban a todos. La normalización del control social causa que, al estar vigilados permanentemente en las oficinas y espacios públicos, se pueda generar autocensura y conformismo. Las empresas, o una parte de ellas, no solo observan, sino que intentan modificar el comportamiento humano, para dirigir decisiones de consumo o voto. La seguridad sirve para justificar una vigilancia masiva que también es deseada por motivos económicos y políticos. Zuboff plantea que la ciudadanía debe recuperar el control sobre sus datos y exigir transparencia y regulación ética. Curiosamente, puede haber casos o situaciones en que la grabación de voz e imagen puede ser aconsejable, por motivos de seguridad, para tener constancia objetiva de que los comportamientos y lo que se dice respeta las normas éticas y el derecho a la buena imagen y el honor personal. Los avances digitales son beneficiosos si respetan los derechos y la libertad de las personas. Los gobiernos de los países son lo que tienen la obligación ética y legal, por tanto, de que las grandes corporaciones tecnológicas no sobrepasen los principios éticos. Dejar el funcionamiento de estas a su libre disposición es un error tremendo, porque el deseo de acumular más ganancias no tiene límites. Desde un punto de vista económico, se puede justificar todo, aunque sea inmoral. El pago de multas multimillonarias de grandes plataformas tecnológicas ha sido por varias razones: no respetar la privacidad, el abuso de poder en el mercado y la manipulación de datos personales. Por ejemplo, han recopilado y almacenado o compartido datos de usuarios sin consentimiento explícito, abuso de poder dominante o de monopolizar el mercado digital, limitando de esta manera la competencia. Incumplimiento de normas sobre publicidad y contenido, cesión o fuga de datos personales, falta de medidas adecuadas de seguridad informática. Además, algunas plataformas no informan claramente de cómo utilizan los datos que recopilan, o cómo funcionan sus algoritmos de recomendación y publicidad. Hace falta mucho más control y regulación.
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