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Ahora pasamos al 'Periodista, yo sí te creo'

8 de Noviembre del 2025 - José Viñas García (Oviedo)

Una pregunta:

¿Por qué el fiscal -ese supuesto guardián de la decencia democrática- habría eliminado todas las pruebas que podrían haberlo incriminado o, paradójicamente, exonerado de un presunto delito muy grave: la revelación de secretos?

¿Por qué el fiscal general decidió borrar los mensajes de WhatsApp de su teléfono en dos ocasiones y eliminar su cuenta de correo personal precisamente el mismo día en que el Tribunal Supremo abrió una causa contra él?

Si alguien dice tener pruebas que lo exoneran, debe presentarlas.

Nadie debería ampararse en el silencio ni en el privilegio profesional para imponer su relato ante un tribunal.

El secreto profesional del periodista es un derecho, no una obligación de ocultar sus fuentes. Convertirlo en un muro de silencio absoluto es tergiversar su esencia: proteger la libertad de información, no blindar a quienes usan el periodismo como coartada.

Hemos pasado del "hermana, yo sí te creo" al "periodista, yo sí te creo". Un nuevo acto de fe pública que ya no se apoya en los hechos, sino en la narrativa. Un no parar de reinventar el derecho a golpe de eslogan.

Y mientras tanto (datos que cogí por ahí): el Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo deja claro: el secreto profesional del periodista está protegido por el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, pero puede levantarse en casos excepcionales cuando exista una "necesidad imperiosa" para garantizar otro derecho fundamental, como el derecho a un juicio justo (artículo 6 CEDH).

La democracia no se defiende destruyendo pruebas ni santificando el silencio. Se defiende con verdad, transparencia y justicia.

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