Pacta Sunt Servanda: Manual de Uso para Políticos Modernos
Ah, "Pacta sunt servanda". Qué máxima tan adorable. "Lo pactado obliga".
Suena a algo grabado en el Foro Romano, a cosa de señores con toga, a un mundo antiguo y terriblemente ingenuo donde la gente era tan simple que decía una cosa y, agárrense, luego la hacía. Qué tiempos.
Afortunadamente, hemos evolucionado.
El gran malentendido de nuestra democracia moderna reside en el llamado "contrato electoral". Es esa idea tierna, casi infantil, de que cuando un político, en el fragor de una campaña, pide el voto y jura y perjura que jamás, bajo ningún concepto, hará "X", el pobre ciudadano se lo toma al pie de la letra. Lo anota. Se fía. Considera eso un "pacto".
Qué ingenuidad.
Gracias al cielo, tenemos la política del siglo XXI, que ha entendido la verdadera naturaleza de la palabra. La palabra dada al votante no es un "contrato"; es un "arte escénico". Es el marketing necesario para la transacción. Es la letra pequeña que nadie espera que leas una vez has firmado la hipoteca.
El verdadero "Pacta sunt servanda", el único que importa, el que se firma con tinta de la buena y ante notario (o al menos en un despacho bien iluminado), es el pacto postelectoral. Ese sí es sagrado.
Este es el "Pacta sunt servanda 2.0", una maravilla de la ingeniería pragmática. Se puede resumir así: "Mi palabra es ley... especialmente la que doy a quien me da la llave del poder, aunque para dársela tenga que romper la palabra que di a millones de personas para conseguirla".
Es un círculo perfecto.
La belleza de esta nueva doctrina es su flexibilidad. Te permite prometer A, B y C para ganar, y luego firmar "No A, No B y No C" para gobernar. Y lo mejor de todo: puedes hacerlo todo mientras acusas a los demás de no ser leales a sus pactos.
El "contrato electoral" es un estorbo romántico. Es como esperar que tu cita de Tinder se parezca a su foto de perfil de hace diez años. La política "seria" es el arte de la supervivencia, y la supervivencia exige adaptarse. ¿Que prometiste no pactar con X? ¿Que juraste que la amnistía era inconstitucional? Detalles. Meros detalles de un guion previo.
Así que, por favor, sigamos aplicando este brillante manual. Sigamos llamando "pragmatismo" a lo que no es más que cinismo, y "flexibilidad" a lo que es, simplemente, la estafa como método. Aplaudamos esta doctrina que ha perfeccionado el sistema: se utiliza la confianza del ciudadano como combustible para alcanzar el poder, y luego se usa el poder para anular el contrato con el ciudadano.
Al final, la política moderna ha logrado lo impensable: que el "Pacta sunt servanda sea la coartada perfecta para la palabra rota.
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