Buderus

7 de Noviembre del 2025 - Javier Carriles Suárez (Oviedo)

Me gusta ponerme en Youtube partidos de baloncesto griego de hace décadas, y dejarlo como sonido incidental cuando hago mis cosas por casa al levantarme. En uno de estos, vi de reojo un rótulo publicitario de Buderus, una marca que siempre aparecía en muchas transmisiones, todavía satelitales para España hasta finales del siglo pasado. Me llamó la atención como estímulo que vivificó un recuerdo durmiente, y también por haberse respetado su grafía latina. Enseguida busqué lo que fuera esa empresa, que a mí me sonaba a champú anticaspa, y más allá de averiguar su objeto social -me pareció irrelevante-, me fijé que Buderus toma su nombre de su fundador, un calderero de Renania-Palatinado, la región más romanizada del viejo solar bárbaro ("a ver, que tampoco te voy a decir que sean como portugueses", nos contaba un amigo hace años).

"Buderus" surge, aquí viene lo importante, de latinizar el apellido "Buder". Su padre era maestro y pastor luterano, y pensó que convenía a su estado; el de vivir en la ilusión de comer en la mesa de figuras de mayor estatura intelectual que la suya, entre quienes se empleaba el viejo idioma itálico como lengua franca para hacerse llegar sus cogitaciones y sus diatribas (hablamos del último tercio de la Edad Moderna). Presentarse a los colegas bajo una nomenclatura pronunciable formaba parte de la impronta que dejar en los demás, súbditos de reinos y principados de aquí y allá. Buder o Buderus padre apuntaba alto en sus maquinaciones, pero se estancó en su carrera por la excelencia intelectual, siendo su hijo Johann Wilhelm y herederos quienes darían cumplimiento, en el campo de la siderurgia, a esa disposición previa de espíritu. Posteriormente, Alemania se haría toda espíritu, pero esa ya es otra cuestión.

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