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Grupos paramilitares disparan a los nuestros

12 de Noviembre del 2025 - Rufo Costales (Oviedo)

Mientras la sombra de la larga y sucia historia de la Operación Gladio y el terrorismo de la OTAN en Europa acechan una vez más, la guerra indirecta liderada por Estados Unidos contra Rusia se está expandiendo a los territorios de la Unión Europea y los estados miembros de la OTAN.

Sorprendentemente, parece que el bloque militar de la OTAN está en guerra consigo mismo. Empiezo a tomarme más en serio aquella declaración de Trump con respecto a nuestro país: "Ya sabes, a España le va muy bien, la economía va muy bien, y esa economía podría desaparecer de un plumazo... si ocurriera algo malo".

Aterrorizados porque el "rabietas naranja" se enfurezca públicamente si no se le mima lo suficiente, tal vez Rusia y China organicen un crowfunding (con el visto bueno de Pablo Iglesias) para adquirir un contenedor de chupetes relajantes para Donny, esperando que se derrumbe en un ataque de flema para, en ese momento, presionar estratégicamente por mejorar trato y condiciones a sus aliados.

Hungría y Eslovaquia, y en menor medida Rumanía, se han mantenido en desacuerdo con la política de esa guerra indirecta de la OTAN y la UE contra Rusia y la consecuencia directa e inmediata ha sido que estos países se hayan visto sometidos a una intensa presión para que interrumpan sus importaciones de petróleo ruso.

Ahora la psicosis de la guerra ha culminado en ataques terroristas en el propio territorio de los estados europeos, como evidencian las voladuras de infraestructura energética civil en Europa.

La primera ocurrió en la refinería de Petrotel-Lukoil, al norte de Bucarest, la capital rumana. Horas después, la principal refinería de Hungría, en Százhalombatta, al sur de Budapest, también explotó.

Lo notable de las explosiones de esta semana es que la campaña de sabotaje (¿Operación Gladio?) ahora apunta a territorios de estados europeos, no solo a la infraestructura rusa que abastece a esos estados.

Lo que ha ocurrido en Hungría y Rumanía es una repetición de la explosión de los gasoductos Nord Stream en septiembre de 2022, perpetrada por agentes otanistas para cortar el suministro de combustible ruso a Alemania.

Obviamente, los drones pueden despegar desde territorio ucraniano, pero la logística, la planificación y la selección de objetivos requieren la participación de la OTAN al más alto nivel, al igual que los ataques a Nord Stream y los continuos ataques profundos en territorio ruso. Las apuestas apuntan a la CIA, el MI6 y sus aliados polacos y bálticos.

Lo que resulta aún más impactante para todos es que las potencias europeas alineadas con la OTAN están apoyando los ataques contra Hungría, Rumanía y Eslovaquia, aunque el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no parece amilanarse y denuncia a Polonia por su "psicosis bélica"; también, en una manifestación por la paz en Budapest la pasada semana, hace toda una declaración de intenciones: "¡Hungría dice no a la guerra! No moriremos por Ucrania. No enviaremos a nuestros hijos al matadero por orden de Bruselas".

Las economías alemana y europea están en ruinas para satisfacer el eje liderado por Estados Unidos y sus objetivos geopolíticos, de los cuales las élites europeas son secuaces. Nord Stream ha sido destruido, y ahora también lo son las refinerías de petróleo en Hungría y Rumanía. ¿Qué sigue?

Los ciudadanos europeos razonables tal vez deberíamos considerar la posibilidad de que el mundo esté siendo gobernado actualmente por maníacos homicidas presos de fantasías milenaristas.

Saludos cordiales.

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