Menú navideño a prueba de crisis
Preparados... listos... ya. Señores, "habemus" gripe aviar.
Según propio comunicado, la CEPI, Coalición para las Innovaciones en la Preparación ante Epidemias (lanzada en Davos en 2017 por el Foro Económico Mundial, la Fundación Bill y Melinda Gates y varios gobiernos mundiales), está colaborando con el mayor fabricante de vacunas del mundo, el Serum Institute of India (SII), y el Houston Methodist para desarrollar una nueva vacuna contra la pandemia con inteligencia artificial (IA) que ataca la influenza aviar H5N1, también conocida como "gripe aviar". El objetivo es "mejorar la preparación para la respuesta a una pandemia" de gripe aviar y servir "como prototipo para una posible enfermedad X: un patógeno aún desconocido con potencial pandémico". Están avisados.
En nuestro país, la Oficina de Información del Gobierno, haciendo ostentación de fino sentido de la tortura, anuncia que, debido a esa gripe, la aviar, estas Navidades los huevos estarán por las nubes, o sea, no estarán con nosotros a precios asequibles.
No nos queda otra que recomendar alternativas, y en primer lugar el comité de expertos se ha decantado por el ampliamente publicitado "The Falcon menú" del presidente: mejillones, anchoas o berberechos como entrantes; lubina, merluza, salmón o rodaballo en los principales, y repostería típica con bandeja de pasteles o varias tartas como colofón, pero queda descartado porque, obviamente, no entra un solo comensal más, por falta de espacio.
En segundo lugar hemos considerado el menú de Oriol Junqueras y demás reclusos de Estremera en 2017: consomé, merluza y un surtido de dulces navideños. Está bien, pero quizás no le apetezca mezclarse con esas gentes de mal vivir en días tan señalados.
En tercer lugar han pensado en el menú de ese mismo año servido a los policías desplegados en Cataluña alojados en Barcelona, en el buque "Rhapsody": un plato de espaguetis con un mejillón, otro plato con cuatro croquetas y un pescado rebozado, tres panecillos y una botella de agua mineral. Sano y frugal, pero insuficiente (y desechado por ruin).
Es lo que hay, aunque España vaya como un cohete, como dice el Presidente.
En esta coyuntura, si no quiere pasar la Nochebuena debajo de un puente, sin nada que llevarse a la boca, esta oficina gubernamental le propone dos posibilidades alternativas:
1. Viajar en patera hasta las costas africanas, donde probablemente le tratarán como tratamos nosotros a los que vienen de allí, o
2. Actualizar la recomendación que ya en el año 2007, previendo la debacle económica del país, realizó nuestro insigne predecesor y visionario socialdemócrata J. L. Rodríguez Zapatero de cambiar el cordero o el pavo por el conejo, "una carne barata, muy apetecible, ligera y sana desde el punto de vista nutricional, por su bajo contenido en grasa saturada y colesterol".
Aunque pensándolo bien, si lenguas viperinas escupen que ZP tiene una mina de oro en Venezuela, casa peor especular con que se dedique a la cría del conejo en cautividad.
En cualquier caso, yo no veo a nuestros políticos cenando conejo al ajillo estas Navidades (y a ninguno debajo de un puente contando gallinas con gripe).
Igual unas gambitas de Huelva, marisquito de Galicia, carne de Ávila, lechazo de Castilla, cochinillo segoviano, etcétera, pero conejo... ¡ni de coña!
Saludos cordiales.
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