Apenas un conato

3 de Marzo del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Ni siquiera se instaló. Según llegó se marchó. La que llamó fue la ilusión, la que entró la frustración.

Al saberlo de excursión, pensé favorable la ocasión. Parece el Oriente Medio un destino muy propicio para cargarse a un novicio. Con ese sol calentón, una buena insolaciónLos inhóspitos desiertos, sin puntos de referencia ciertos Una enfurecida masa que le pille cuando pasa O ya sin más, a degüello, ¡que se lo coma un camello!

Mas, con el razonamiento, fui presa del desaliento. Puso fin a mi optimismo un despiadado realismo: el murciélago sólo se escucha a sí mismo; algo que salta a la vista en el talante del artista. Dada además su figura, tuve que admitirlo sin fisura: es híbrida la criatura. Algo sin precedente, ¡un humaciélago Presidente!

Seguro que el de Sonsoles, en vez de guardaespaldas lleva quitasoles y, al igual que los murciélagos, toma cualquier derrotero, ¡y siempre regresa certero!

Total, no habrá sol que lo cocine, ni desierto que lo calcine, ni turba que le corte el resuello, ni es yantar para camello. Y como no oye las quejas, cortando rabo y orejas, regresará el de las cejas.

Y a seguir con las lentejas. ¡Joder!

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