Agradecimiento
Primero Dios y la Santina. Luego, don Luis Fernández-Vega Sanz y su equipo del IOFV de Oviedo.
Vaya por delante que, aparte de mostrar públicamente mi eterno agradecimiento a quien me ha devuelto la vista, con estas líneas pretendo ser útil a los todos los lectores en general, y especialmente a los usuarios de la sanidad, pública o privada (todos al fin y al cabo), que buscan una solución (a veces un milagro) a sus problemas de visión. Y a todos los asturianos por tener tan ilustres paisanos.
Por eso pretendo ser honesto. Ecuánime y veraz. Objetivo, hasta donde me sea posible, pues toda opinión, por serlo, es siempre subjetiva.
Mi caso. Operación de cataratas bilateral con glaucoma subyacente. Además, no soy precisamente un niño. Por circunstancias familiares y laborales (soy piloto de aviación) necesitaba imperiosamente recuperar al 100% mi visión perdida.
Buscando solución al problema, para mí angustioso, un día del pasado septiembre Dios "inspiró" mi búsqueda: ahí estaba el profesor don Luis Fernández-Vega, director de Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV) de Oviedo y su extraordinario equipo de colaboradores, con el Dr. Amhaz Hussein a la cabeza.
Y se obró el "milagro". Me trasladé de Madrid a Oviedo. El martes de la semana pasada, don Luis me intervino un ojo, y dos días después, el otro. Quince minutos en cada intervención y vuelvo a ver como siempre.
Ahora, menos de una semana después de la intervención, gozo de una agudeza visual del 80 por ciento. Y volveré a tener un cien por cien. En visión lejana, intermedia y cercana. Ya me dirán ustedes si esto es o no es un milagro.
Estoy seguro de que a don Luis y a todo su equipo no les gustará que califique su trabajo como milagroso. Que ellos se rigen por criterios científicos y pragmáticos. Que no se puede generalizar. Que no todos los casos son iguales. Que no es "bueno" que la gente albergue falsas esperanzas.
Pero yo, que para eso no soy don Luis, pienso lo contrario. Creo que sí es muy bueno que el resto de mortales tengamos una tabla de salvación cuasi milagrosa a la que aferrarnos: ciencia, progreso, tecnología, competencia, profesionalidad y dedicación de una institución que ayude a la Divina Providencia en su arduo trabajo. O sea, científicos competentes y extraordinarias personas como don Luis Fernández-Vega Sanz y todo su gran equipo en el IOFV de Oviedo.
Obviamente, detrás del "milagro" de los quince minutos, desde la anamnesis preliminar hasta formular mi historial clínico y el correspondiente diagnóstico y tratamiento, hay mucho trabajo en equipo. Muchas horas de pruebas exhaustivas. Mucho que agradecer a muchas personas: auxiliares, administrativos, técnicos, optometristas, enfermeras y doctores.
Vaya desde aquí, por tanto, mi agradecimiento, entre muchos otros cuyo nombre no recuerdo, a Lucía, la auxiliar de quirófano; a la Dra. Mónica Fernández-Vega, tranquilizadora y eficacísima anestesista, la última persona a quien vi antes del "milagro"; al inconmensurable Dr. Hussein, directo colaborador de don Luis, y a M. Eugenia Álvarez, secretaria y mano derecha del profesor. Sin olvidarme del Dr. Urcelay Segura, don José Luis, responsable de la unidad de glaucoma del IOFV en Madrid y responsable último de mi redireccionamiento quirúrgico a Oviedo.
En resumen. Primero Dios y la Santina. Luego, el profesor don Luis Fernández-Vega Sanz y su gran equipo del IOFV de Oviedo.
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