El limbo de los procesos de selección
Hace relativamente poco fui a una entrevista de trabajo en Oviedo. Mientras conducía, visualizaba cómo volvía a trabajar y me preparaba para hacer la prueba lo mejor posible.
¿Qué tal fue? Pues perfecta. Soy periodista y sé cómo hay que hacer una entrevista. En principio, hay que hablar poco. Tienen que contarte lo que ofrecen. Después, y si la cosa se relaja, ya te extiendes un poco más.
Salí de allí contento y esperando recibir noticias a la semana siguiente, tal y como me habían comentado. Esa semana llegó y no hubo ningún tipo de noticia por parte de la empresa. Llamaba en varias ocasiones y cogían el recado. Yo sabía perfectamente que no me iban a llamar.
La siguiente semana, igual. Sin noticias de la empresa que me dijo que me iba a llamar sí o sí con tres opciones: que no me cogían, que tenía que hacer una segunda entrevista o directamente que era la persona seleccionada.
Creo que no cuesta nada hacer una llamada de menos de cinco minutos y explicarle al candidato que no ha sido seleccionado. ¿Sabéis lo lenta que pasa esa semana hasta que te llaman? Si es que te llaman. ¿Sabéis los nervios que pasa la persona que está esperando? ¿Y la ansiedad que le va comiendo por dentro?
No tenéis ni una pizca de empatía. El trabajo está difícil, pero no imposible. Lo que las empresas tienen que tener en consideración es hacer esa llamada incómoda. Esa en la que le dices que no ha sido seleccionada. Una persona que lleva meses buscando trabajo y tiene pensamientos negativos hacia su persona al no ser seleccionada.
Los que estáis trabajando muchas veces decís que ojalá me despidieran. Pues no. Afortunados sois los que tenéis trabajo estable. Tenéis algo que muchas personas anhelan. Hacéis vuestro curro y os sentís realizados mientras los que estamos en paro luchamos por las migajas y vivimos en el limbo de los procesos de selección.
Empatía, señores. Empatía. Si se dice algo, se hace. Si se dice que te van a llamar, se llama.
En esta vida hay que dar la cara siempre.
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