El juego sucio de las mayorías conservadoras
Mentiría yo si dijera que entiendo la creatividad argumental de la sentencia condenatoria del Supremo inferida sobre la Fiscalía del Estado, principalmente porque no hay argumento conocido. Arrieta y sus colegas de pensamiento servicial, dan un triple mortal en el vacío legal para llegar al puedo condenar y condeno sin deshacer el nudo explicativo que lleva a las conclusiones. Se entendía mucho mejor la sentencia que condenó al PP por pagar las obras de Génova 13 con dinero negro para así evitar el IVA. O aquella otra, también aplicada sobre la saca lucrativa del partido conservador. Esperemos que la tan deseada sentencia sobre el ministro fundador de la policía patriótica nos aclare el episodio más negro de la democracia después del fallido golpe de Estado del 23F.
Mi más mohína enhorabuena a quienes deseaban con avidez la derrota judicial del fiscal general del Estado. Es la crónica de una sentencia condenatoria anunciada. Como dice Enric Juliana "no se sienta a un fiscal general del Estado en el banquillo de los acusados si no es para condenarlo". Y al final, tomó cuerpo de realidad tal profecía autocumplida. Se puede decir sin temor a equivocarse que esta es una sentencia política con origen en una inspección de Hacienda al novio de Ayuso, que más tarde enreda con mentiras Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta madrileña. La Fiscalía General del Estado se ve envuelta en la mentira, acusada de revelación de secretos, cuestión que aprovechan organizaciones de extrema derecha por todos conocidas para judicializar el caso y personarse en la causa. Amplificada la bola por el PP madrileño con Núñez Feijóo ejerciendo de fiel escudero y con la connivencia de un Poder Judicial politizado, favorable a los intereses espurios de José María Aznar ("el que pueda hacer que haga"). El objetivo es claro: arrearle una patada a Pedro Sánchez en el trasero de Álvaro García Ortiz. No hay mayor misterio; a esto queda reducida toda la polvareda levantada en torno al caso del fiscal general del Estado. A esto y, de paso, dejarle claro al Gobierno quién tiene la sartén por el mango. Pero a esta novela de intrigas políticas y judiciales, de juego sucio de las mayorías conservadoras, es muy posible que aún le queden algunos capítulos por escribir. Por delante está el Constitucional y la Justicia europea. Veremos en qué lugar quedan Martínez Arrieta, Manuel Marchena y resto del bloque conservador.
El resultado final de la partida era conocido de antemano: 5-2. Podrían haber disimulado y prestado un voto conservador al equipo progresista, igualmente saldría victoriosa el ala derecha de la sala segunda del Supremo: 4-3. Claro que eso de la manita da mayor consistencia y fortaleza argumental al equipo vencedor. Lo otro sería ganar por los pelos. Lo malo de este caso no es la condena a Ortiz, es la certeza de que el Tribunal Supremo es fiel reflejo de lo que sucede en el Poder Judicial: una mayoría de jueces y magistrados conservadores que siempre coparon las más altas instancias de la Institución, excepción hecha del Tribunal Constitucional, donde la alternancia ideológica se hace visible. Ahora vemos meridianamente claro lo que sucedería en este país si la Cámara de diputados cede más soberanía de autogobierno electoral al Consejo General del Poder Judicial.
Si el progresismo cameral creía que la derecha extrema iba a permanecer políticamente correcta en la bancada de la oposición otros cuatro años, estaba completamente equivocado. La derecha montaraz no murió con Franco, nace con Franco y se pone la máscara demócrata una vez muerto el dictador, incrustada en eso que llamamos Transición ejemplar. No se resignan a perder el manejo del timón contable y llevar esta nave llamada España hacia latitudes privatizadoras. Ese es el modelo de país que les impone el poder económico, por eso callan cuando se les dice que no tienen proyecto de Estado. Claro que lo tienen, pero lo ocultan. Quien quiera comprobarlo que haga un ejercicio analítico sobre el proceder conservador allí donde gobiernan, en las CC AA bajo su disciplina. Y quien quiera conocer de primera mano los efectos políticos y sociales de un Gobierno nefasto con Núñez Feijóo de presidente y Santiago Abascal de vicepresidente, que los vote en las próximas generales. Mientras, esperemos a conocer los hechos alternativos en los que el tribunal conservador fundamenta el texto de hechos probados.
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