Cudillero, en su historia
Se demuestra recientemente que una de las villas más queridas de España no tiene la ancestría que se había elegido ostentar, una de las mayores paletadas que se han oído acerca de cómo de asturiano es un pueblo: «Mire usted, es que Cudillero y yo somos vikingos, ¿comprende?». Como si se olvidara deliberadamente que esos frentes invasores no hubieran acrisolado luego de sus andanzas por el Mediterráneo y el Mar Negro hasta quedar irreconocibles a ojos de sus ancestros -si estos ocuparan un palco eterno de la representación histórica- y, sobre todo, de los espectadores modernos, anclados en la imagen potente de un Einar (Kirk Douglas) que, en su vida personal, era judío de más que probable ascendencia jázara.
Al margen de esa superchería, el origen de los pixuetos reviste el máximo interés, pues su habla revela claramente una etnogénesis a pequeña escala. Puede haber cristalizado en tiempos modernos, a nosotros no nos importa si se produjo en el 300 antes de Cristo o en 1980 -a modo de un metamorfismo antropoceno-. El hecho en sí ya resulta fascinante, e incita a mirar a nuestro alrededor a ver qué de diferenciador esconde nuestra parroquia o nuestro barrio -entendido este como grupo de casas un poco separadas de la aldea-.
Cudillero parece blanco fácil de visiones equívocas de toda laya. Rosalía, la cantante catalana de voz asquerosita, afirma, en una de sus condensaciones cotidianas -ora llamadas «obra maestra», ora «nos concede una entrevista»- que su padre es nativo de la bella localidad costera, cuando nadie nunca ha visto a ningún señor Vila por sus calles, apellido sí presente en otras poblaciones, como Candás -sin ir más lejos, y casi reeditando la polémica en torno a la ambientación de la novela «José»-, o en Mieres del Camín, cuna de un buen contador de chistes.
Siempre me pareció aburrido no saber hasta o desde dónde nuestras raíces, pero a veces es mejor no meterse en berenjenales, y sacarle gusto al sabor acibarado del aquí y el ahora.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

