Un socialista muy dolido
La complicidad, e incluso la silenciosa, es el verdadero motor del poder corrupto e indecente.
Los tiranos, autócratas y corruptos no actúan solos. Su poder no nace únicamente de su ambición; reside sobre todo en quienes los respaldan, en aquellos que, por interés personal, sostienen los muros de la injusticia. Sin cómplices, incluso los más despiadados se derrumbarían.
Los aduladores del poder no necesitan demostrar su servilismo a plena vista. Basta con su silencio, su indiferencia, su negativa a ejercer la fiscalización que les corresponde. Son ellos quienes más daño causan a la sociedad, quienes perpetúan la maldad con su complicidad encubierta. La maldad no crece por el ruido de los malos, sino por el silencio de los buenos.
El poder se consolida solo, ladrillo a ladrillo, día tras día. Allí donde la Fiscalía General del Estado obedece sin cuestionar, donde el Gobierno ignora la independencia del poder judicial, donde se rompe la solidaridad entre territorios y se pisa la igualdad ante la ley... allí donde los derechos y libertades se convierten en conceptos vacíos.
Allí donde trabajar ya no significa llegar a fin de mes, donde la sanidad pública muestra listas de espera delictivas, donde la vivienda y las residencias son prohibitivas, donde los gobernantes se alejan de quienes los eligieron, donde los ancianos mueren solos, donde no se respeta la vida en formación y se legisla para proteger huevos de aves o perros... allí estamos.
Allí donde corruptos, delincuentes y fugitivos caminan impunes, y se pacta con ellos; mientras se señala a jueces, policías y prensa de investigación... donde se incentiva un turismo invasor que encarece todo y una inmigración mal gestionada que pagaremos muy caro... allí estamos, al borde del desmoronamiento de derechos, democracia, libertades y bienestar.
Y para que no quede duda ni resquicio de malentendido: ni soy del PP ni de Vox, jamás los voté. Esto no es una cuestión de partidos; es la denuncia de un país que permite que el poder se perpetúe sobre la base del silencio, la complicidad y la indiferencia.
La pregunta queda flotando: si no actuamos ahora, ¿cuánto más demorará nuestra sociedad en derrumbarse bajo el peso de quienes callan mientras otros devoran la justicia?
El poder reside en ustedes, no en ningún político que se quiera perpetuar.
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