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Arrecian riadas de aguas negras

27 de Noviembre del 2025 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

En la COP30 de Belém no se tomaron decisiones para proteger a las víctimas de las catástrofes, pero sí se protegieron las inversiones. No creo que los combustibles fósiles sean ya la amenaza principal. El cambio climático se ha hecho regenerativo: los incendios forestales son los que incrementan ahora el dióxido de carbono (CO2) y el aumento de la temperatura consecuente deshiela el permafrost que libera al temible metano (CH4), causando más deshielo en los casquetes polares: lo que cambia las corrientes marinas que aumentan e intensifican los desastres meteorológicos. ¿Habrá límite de temperatura para un nuevo equilibrio? Porque se ha puesto en marcha el sistema de inicio de un cambio climático autoalimentado por sí mismo. Suenan alarmas, pero se guardan los intereses y no se planifica ni decretan actuaciones para salvar vidas: incluidas la de nuestros nietos. No conozco la existencia de simulaciones con IA para las cuencas hidrográficas y las costas marítimas con sus previsiones de riesgos, para ese urbanismo que está en zonas potencialmente inundables; eso generaría muchas pérdidas. Culpemos a los Mazón de turno, pero que nadie señale al Miteco ni a las Confederaciones Hidrográficas por no pensar en las víctimas ni en las personas potencialmente en peligro. Eso exigiría actuaciones sobre rieras convertidas en calles, villas ribereñas y ciudades costeras que tienen suelo urbanizado sobre antiguas marismas con una cota baja sobre el nivel del mar, y en donde podrían coincidir grandes mareas con enormes olas a la par que riadas.

Este verano la sequía y los vientos provocaron devastadores incendios que abrasaron pueblos. Se culpó a los incendiarios y se olvidó al verdadero culpable: ese que hace crecer el combustible y lo seca para que todo arda bien. Por qué no se hacen cortafuegos alrededor de los pueblos mediante cultivos o huertos: malos propagadores del fuego; y se alejan las lindes de los bosques poniendo en ellas árboles como robles y álamos blancos, que arden mal. Pero lo realmente preocupante es que arrecian riadas de aguas negras arrastrando cenizas y lodos que anuncian la desertización. Sin árboles, no se atrae a la humedad y entonces llega la sequía crónica y la despoblación. No aumentamos la cabaña caprina con rebaños comunales públicos, pero sí aumenta en Asturias la población de mil en mil cada mes, al ser una región atemperada durante este cambio climático, algo que puede considerarse una catástrofe con víctimas, ya que sin plan de emergencia, ni actuación desde lo público no protegemos: vivienda (escasa), sanidad (imposible) y educación (saturada). Esto provoca víctimas en el presente y en el futuro de nuestros nietos. Pero con estas cosas se espera hacer grandes negocios privados en base a la necesidad de inversiones políticas interesadas en este negocio de no proteger desde lo público a las víctimas.

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