Noviembre de Lux
Sorprendentemente, en un mes otoñal, donde la noche va ganando la partida al día; donde la luz se vuelve tenue o plomiza; en un mes un tanto triste, marcado por el bonito recuerdo a los que ya no están… surgen luces de esperanza, destellos que avisan de un renacer de algo que parecía dormido, cuando no muerto o latente. Me refiero al resurgir de la fe entre los jóvenes. Porque la fe no es otra cosa que una apertura a la Luz del mundo que es Jesucristo, quien dice de sí mismo a través del apóstol Juan: “Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida”.
En España, el disco de Rosalía, "Lux", lanzado el pasado 7 de noviembre, y "Los domingos" —la película de Alauda Ruiz de Azúa que obra el milagro de establecer un diálogo entre creyentes y no– han impulsado el debate público sobre este tema.
En Inglaterra llevan meses de un auténtico auge religioso. El periodista Fernando Rodríguez-Borlado escribe recientemente en Aceprensa sobre este tema señalando unos datos muy relevadores de la encuesta realizada en diciembre de 2024 por el Gobierno nacional en colaboración con la Bible Society, donde el segmento de edad en el que un mayor porcentaje afirma la existencia de Dios con rotundidad (“definitely”) es el de los 18 a 24 años, un 35%, más incluso que entre los mayores de 65 años.
En Francia se calcula que en 2025 ya se han bautizado en torno a 10.000, más del doble que en 2023, siendo la franja de edad de los 15 y los 25 años la que aporta más de un 40%. Pero más sorprendente aún es que en Dubái se reparten más de 200.000 comuniones al mes y en Abu Dabi, en pleno corazón del mundo musulmán, miles de fieles llenan la iglesia de San José cada semana, según señala la revista "Omnes".
Sumario: Luces de esperanza
Destacado: La fe es un don, un regalo, aunque en muchos casos puede ser una herencia de familia. Dios nos la regala porque quiere, es decir, porque nos quiere, por puro amor
Sin embargo, antes de todo esto, las productoras y distribuidoras habían confirmado el "boom" de lo religioso en el cine tras el éxito de "The Chosen" —una serie basada en las historias reales de los Evangelios de Jesucristo—, que ha superado ya los 600 millones de visualizaciones.
Ante estos datos que se asoman en la superficie, ¿qué se observa en el fondo? ¿Será una muestra del cansancio de esa sociedad activa, que corre sin sentido y que denuncia Byung-Chul Han en su "Sociedad del cansancio"? ¿Una sociedad que anhela eso que apunta Mateo en el inicio de su capítulo 11: ”Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”? No sé. No pretendo hacer aquí un estudio sociológico, sino reflexionar sobre la fe, una dimensión que se nos escapa, pero para quienes la vivimos —aunque cometamos fallos y tengamos debilidades— nos da seguridad, serenidad, confianza y paz, unos atributos nada desdeñables en un mundo líquido, carente de apoyos y referentes, porque se sustenta en el poder, el dinero, el consumo, el placer… Bienes tan poderosos como fugaces. Sin ir más lejos, solo hay que mirar los casos tan recientes de personajes políticos que del “todo” ha pasado a la más bochornosa “nada”.
La fe es un don, un regalo, aunque en muchos casos puede ser una herencia de familia. Dios nos la regala porque quiere, es decir, porque nos quiere, por puro amor. En cualquier caso, no fuerza, respeta. No coarta nuestra libertad. No empuja la puerta, porque la abre cada uno si quiere. Pero, una vez que libremente acogemos ese regalo, no es para que adorne una estantería. La fe no es obligación o prohibición; la fe es vida: es cómo uno acoge o sonríe; cómo perdona o escucha con paciencia; cómo dialoga y respeta al que no piensa como él; cómo vive con honestidad y a la vez defiende lo que justamente le corresponde; la fe también se manifiesta en cómo se trabaja poniendo en ese quehacer, el que sea, todo el empeño porque entre esos “pucheros” —como diría la santa de Ávila— anda Dios.
Y vivimos la fe en la medida que la conocemos, que la nutrimos, que la alimentamos mediante la formación en la Doctrina de la Fe, que no es otra que la vida de Jesucristo, para que procuremos seguir sus pasos; como cualquier aspirante a ingeniero, pedagogo o lo que sea, que hace montañas de cursos y másteres si quiere moverse con competencia en su trabajo.
Doy gracias a Dios por haber recibido la fe a través de mis padres. También le pido cada día que me ayude a ser consecuente con ella, porque se vive de otra manera: más ligera, más segura, más contenta, más esperanzada… Sobre todo, cuando vienen mal dadas y hay que subir cuestas o se nos va una persona querida o tantas vicisitudes que nos topamos en la vida. Porque la luz de la fe alumbra de sentido cualquier momento o situación por tremendos que sean. Porque siempre hay una vida más allá y nunca falla Jesús Eucaristía, que siempre acompaña.
¿Y si todo fuese un cuento? Pues... ¡que me quien lo bailao! Más de una persona amiga sin fe me ha dicho sinceramente: "¡Qué suerte tienes por tener fe!". Por eso me quedo con lo que canta Rosalía en su nuevo álbum "Lux": “Dios es el único que puede llenar los espacios vacíos”.
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