Zapatero en la lista negra
Tras abandonar la presidencia del Gobierno y dejar el país casi en cueros, José Luis Rodríguez Zapatero, adalid del buenismo y la nueva izquierda, artista del talante y de la ceja, muñidor de alianzas internacionales, tuvo la oportunidad de disfrutar de un retiro dorado pero prefirió seguir dando la matraca, con esa convicción suya de que es el mayor estadista que parió madre y sin él los españoles estaríamos perdidos. Así es que encontró en el sanchismo un lugar donde reverdecer viejos laureles y regar aquellos brotes que se le habían ajado. En su nuevo papel de valido pedestre en la Villa y Corte, cuida de la majada, colma de ocurrencias la falta de imaginación del Ejecutivo y trata de aplacar con firuletes de cordialidad los enfados de payeses y aizcolaris. También exporta al por mayor el socialismo bonito que consiste en disfrazar la corrupción, la ignorancia y la miseria bajo los terciopelos de la prosperidad. Sucede aquí que tenemos unas tragaderas como el bolso sin fondo de Mary Poppins y damos licencia a cualquier mangurrián para que haga de su capa un sayo y de la nuestra un taparrabos, pero los americanos no son tontos, tienen bien calado al expresidente y, al parecer, ya figura en la lista negra por sus trapicheos de allá y acullá. Uno tiene la ligera sospecha de que esto le vaya a preocupar lo más mínimo porque Zapatero está hecho de otra pasta, mezcla de optimismo, desfachatez y ambición, y le encanta verse metido de hoz y coz en chambonadas, seguro de que siempre saldrá del trance más bonito que un sonriente San Luis y con la bolsa llena de euros, bolívares o yenes.
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