¡Vivan los voluntarios!
Cuando era adolescente, con mis padres nos apuntamos al grupo de gigantes. Un grupo social muy activo en el pueblo que se dedica a ir de pueblo en pueblo y de fiesta mayor en fiesta mayor haciendo bailar a los gigantes. Después, con 18 hice un cambio y fui a diablos, y en esa época con un grupo de amigos fundamos una entidad para recuperar las fiestas que se habían perdido en el pueblo. Ahora miro atrás y trece años desde entonces, de una idea loca, una entidad con más de una década, es poco comparado con otras, pero me ha hecho pensar porque todo es posible. El asociacionismo solamente es viable gracias a las personas que invierten su tiempo allí, al hacer posible la razón por la que se creó, sea cual sea. Es decir, el alma de un pueblo son las entidades, que representan a todos los grupos, diversidades y pluralidades de actividades que dan vida y alma a los pueblos. Actividades tan importantes en el paso del tiempo. Sin las entidades y sus voluntarios nada sería posible. ¡Vivan los voluntarios!
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