Estamos peor que el lince ibérico
Bien es verdad que, aunque relativamente pocos, aún somos más españoles que linces, pero ya es una urgencia el que seamos declarados una especie en extinción. Lo malo es que aunque nos fuese reconocida esa condición, ¿quién nos brindaría protección? Geográficamente, alrededor, no pasaría de neutral Portugal, y siguiendo el perímetro, Galicia, Vascongadas, Cataluña y rellenando huecos perimetrales las propias huestes del híbrido. Estamos cercados y desde el centro, insisto, geográficamente, masacrados por el propio humaciélago y sus esbirros más relevantes.
Eso en cuanto al posicionamiento físico. En cuanto a soportes idearios ya prácticamente se nos han cerrado todos. Hace un tiempo que ni siquiera hago zapping en la tele, Cuatro, Telecinco y La Sexta, ¡ni la fracción de segundo que lleva el saltarlas! Ahora chequeo los canales apretando los dígitos correspondientes. Las noticias las veía en Antena Tres, ¡a las tres! En la noche ni hablar, no me calo al comediante pedante farfullante de turno hijo de su papá. Al mediodía sí, porque Mónica Carrillo es un delirio, preciosa y talentosa (cómo envidio a Roberto Arce, buen presentador también). ¡Sin embargo!, últimamente se están desviando, y lo que es en los deportes me resulta definitivamente asqueroso. La han emprendido contra todo lo que tenga que ver con el Madrid, el equipo español por antonomasia, sólo les falta aplaudir al que quiso pinchar a Mourinho en La Coruña.
Mi sensibilidad estética y pleitesía a la naturalidad me siguen manteniendo fiel a Mónica, cuando ella concluye apago antes de que empiecen los deportes, pero fue el giro que dio esta cadena lo que me hizo lanzar este llamamiento de protección, aunque no ha sido más que un gesto instintivo de defensa, pues soy consciente de que, tal como están las cosas, los españoles consecuentes con lo que somos tenemos menos posibilidad de sobrevivir que el pobre, aunque hermoso, lince ibérico. Qué desgracias.
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