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La marquesina del Pozón

12 de Diciembre del 2025 - Jorge Aparicio García (Madrid)

Att. D. Gonzalo Barrena, en agradecimiento por su artículo. Un afectuoso saludo.

En el informe técnico de soluciones a tomar respecto a la marquesina del Pozón, se ofrecía a nuestros representantes tres posibilidades para preservar su memoria: la demolición y conservación documental de su existencia, la demolición y réplica, o su preservación.

Quien no sabe de dónde viene, no sabe hacia dónde va: se ha elegido preservar una parte de nuestra historia y, una vez tomada la decisión, se ha empujado siempre en la dirección acordada.

La marquesina, aunque de formas modestas y toscas, es una joya del lenguaje constructivo laminar del hormigón armado en España. Muchas marquesinas similares se ejecutaron y apenas se preservan. Torroja y Candela fueron los máximos exponentes en España de esta técnica que solo fue viable entre 1950 y 1970.

Avilés ha decidido preservar su patrimonio arquitectónico e industrial. La capacidad de sus profesionales, se ha demostrado puntera para realizar este tipo de complejos traslados, cuya publicidad, puede traer encargos similares que den trabajo a nuestras gentes si se dan a conocer donde se necesitan.

Durante su traslado, la marquesina nos ha desvelado algunos de sus secretos y se ha guardado otros tantos.

Entre lo que nos ha contado, está la pericia de nuestros predecesores para hacer hormigones con canto rodado que han perdurado en excelente estado más de sesenta años. Nos ha revelado, cómo la industrialización del acero de las siderúrgicas cercanas, que dieron trabajo y sustento a nuestros padres y abuelos, y esperemos sigan dándoselo a nuestros hijos, prestaron tecnologías para industrializar y prefabricar sus costillas en hormigón armado. Nos ha mostrado su ingenioso proceso constructivo, apoyando primero las costillas sobre camas de hormigón pobre enrasado, para coser, con lazos de acero liso en sus pies, macizos de lastre que evitaran su vuelco. Luego se ejecutó el encofrado y hormigonado de las lamas de cierre y la lámina delgada de hormigón armado de cubierta. Nos ha recordado cómo el equipo constructivo replanteó a la perfección la geometría requerida. Nos ha insistido, en el valor del trabajo bien

hecho.

Todo el equipo de profesionales que ha participado en su traslado ha constatado el bien hacer de nuestros mayores y su ejemplo a seguir.

El equipo constructivo de obra no ha sido menos que sus ancestros para cuidar los detalles del traslado de un hormigón anciano y frágil como cerámica. Los gruistas, han afinado en el cuidado de los medios de elevación y transporte. El Ayuntamiento, ha velado por el cumplimiento de lo acordado con base en los criterios de seguridad y buen hacer profesional.

Entre los secretos que se ha callado la marquesina, están las conversaciones de los amigos a su abrigo, los besos de los novios bajo su visera, las preocupaciones de nuestros mayores repasadas durante los periodos de espera del medio de transporte; se ha negado a desvelar rupturas, lloros y peticiones de matrimonio; se calla quién durmió bajo su abrigo o quién cantó el Asturias Patria querida.

Tengo que confesar, que la marquesina hizo una excepción conmigo, me contó uno de sus secretos: me dijo que, al salir del hospital recién nacido, se alegró de verme pasar a su lado en el regazo de mi madre, me describió el orgullo que brillaba en los ojos de mi abuelo, médico de la siderúrgica, de mi familia, camino de uno de los apartamentos de los bloques cercanos.

Creo que quien se acerque a la marquesina, puede recibir una grata revelación porque le cuente alguno de sus secretos.

En agradecimiento al pueblo de Avilés, en especial a todo el equipo que ejecutó la marquesina en el pasado y el que ha hecho posible el traslado en el presente; en memoria de nuestros mayores. Con cariño, a mi abuelo José García Velicia, allá donde esté.

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