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No somos pueblos sobrantes

12 de Diciembre del 2025 - Javier Orozco Peñaranda (Gijón)

Otro año con el Día de los Derechos Humanos en balance negativo, con la paz refundida, el derecho internacional roto y la guerra como negocio, tanto que algunos ven en la posible paz para Ucrania un peligro para la economía europea.

Hay conflictos internos y guerras regionales en África y en los países árabes, bloqueos ilegales que precarizan la vida de millones de personas como en Cuba, la guerra en Ucrania, el genocidio sionista en Palestina y ahora las ejecuciones extrajudiciales del Comando Sur en aguas del Caribe con amenazas de invadir a Venezuela y Colombia.

El colonialismo cuenta con la impunidad para sus crímenes, genocidios, despojos territoriales, desplazamientos masivos, desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones extrajudiciales, bloqueos, sanciones y confinamientos ilegales. Trump tuvo el descaro de ordenar -en febrero- sanciones contra la Corte Penal Internacional por ordenar el arresto de Netanyahu. Advirtió que sancionará a quien investigue a sus "personas protegidas".

Las violaciones más graves de los derechos humanos están ocurriendo por interés de los centros del poder económico-militar con el enjambre de multinacionales que llegan a los territorios con una coartada y grupos de bandidos.

El resultado es la inquina, el cansancio creciente con una dominación que violenta hace más de un siglo la voluntad y la soberanía de los pueblos, el derecho internacional y la sensatez medioambiental.

En nuestra América la injerencia de los Estados Unidos es percibida como un peligro para la paz regional, un estorbo comprobado para el desarrollo. La respuesta imperial no es el dialogo ni la cooperación, es ordenar a la CIA más sabotajes y al ejército remendar con más violencia las costuras de la hegemonía perdida en una región que ya no es de su acceso exclusivo.

El sistema completo está en crisis. Fracasó el neoliberalismo que forró aún más a las élites y empobreció a la población mundial, acorrala a los pueblos indígenas y arrasa con la producción alimentaria campesina haciendo crecer la siembra de cultivos de uso ilícito jalonada por el problema de salud pública con el consumo creciente en el norte y la facilidad con la que los bancos lavan y circulan el dineral de los traficantes de drogas, materias primas, armas y personas.

Se cargaron derechos económicos, sociales y culturales, convirtieron en negocio la salud, la educación, la vivienda, los servicios públicos. La masa de excluidos crece, la deuda externa y la indignación, también.

Las personas que representan pueblos soberanos y quienes defienden el medio ambiente y los derechos humanos están siendo atacados en todo el mundo. Es una tarea muy peligrosa, más cuando los agresores son agentes del Estado y grandes empresas que se entienden con la criminalidad.

En todo el mundo arreciaron los ataques contra las personas defensoras. En Europa el racismo y los proyectos políticos de la extrema derecha generan crispación, constituyen un peligro para los derechos y las libertades.

Los pueblos del sur global nos vamos levantando. No somo seres sobrantes. Estamos organizados, en lucha contra la injusticia, promoviendo la paz, el respeto por los derechos humanos y las libertades, en pie contra las agresiones colonialistas. Colombia y Venezuela nunca han importado a los países desarrollados. Nos agreden por las riquezas del subsuelo, no por defender nuestras libertades.

La enorme movilización social en todo el mundo en solidaridad con Palestina y contra el genocidio es la mejor noticia en materia de defensa de los derechos humanos este año.

Y en lo doméstico y para nosotras, el cuarto de siglo del Programa de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia, patrimonio de la solidaridad asturiana.

No somos pueblos derrotados, ni sobrantes. Somos multitudes contra el colonialismo, con ánimo unitario e internacionalista, conscientes de que a estas alturas el gendarme imperial esgrime con mayor peligro su garrote urbi et orbi y no es suficiente sentarse con un pañuelo blanco a verlo venir.

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