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Santa Bárbara y el perro

12 de Diciembre del 2025 - Ramón Estévez Vázquez (Guijuelo (Salamanca))

Pensando en qué ocurre con la detección de casos de peste porcina africana en España en jabalíes, lo primero que me viene a la cabeza es la manida expresión de "solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena". Ya en 2007 en la zona rusa caucásica, con penosas condiciones de salubridad en las granjas que nada tienen que ver con las nuestras, comienzan los casos de PPA que se extienden por Polonia, Ucrania, Bielorrusia y así poco a poco van "conquistando" el centro y sur de Europa, con casos en 2018 y 2019 en Hungría, Bulgaria, Bélgica, Eslovaquia, Serbia, detectándose en Alemania ya en 2020 el primer afectado por la enfermedad en el "domesticus" cerdo de granja. De ahí a Italia, excepto Francia, cosa que llama la atención, donde no ha habido ningún caso, si bien es cierto que su cabaña porcina ha descendido bastante en los últimos años.

Ahora España se ve afectada 31 años después por esta enfermedad, que en unos 20 días mata al animal, si bien dadas las estrictas condiciones de salubridad que tienen nuestras explotaciones, no ha afectado a los animales domésticos.

El vector de transmisión está en el jabalí, animal salvaje, por si alguno aún no lo sabe, que ha ido proliferando en nuestro país de forma casi geométrica, acercándose a las poblaciones y entrando en un peligroso contacto con el ser humano que en muchos casos ignorantemente interacciona con él. La última noticia es que su origen se deba a un "escape" de una cepa de laboratorio usada para investigar la consecución de una vacuna para esta devastadora enfermedad. Con todas las salvedades respecto a los protocolos de seguridad del centro de investigación, lo cierto es que una forma u otra de transmisión se ve potenciada por la excesiva presencia del suido en nuestros bosques. Se han tomado medidas preventivas con la zonificación en un radio de 0 a 6 km y de 6 a 20 km, donde se prohíbe la caza: bien está como actividad deportiva, pero sería adecuado activar batidas de eliminación de animales y establecer las medidas de eliminación de los cadáveres (entiendo la incineración como medida más aséptica), aclarando que la despoblación de esta fauna no supone en absoluto riesgo para la perviviencia de la especie, a sabiendas de la superpoblación que existe de este animal, estimada en más de dos millones en la Península, sin depredadores que los controlen.

Toda vez que se "limpie" de animales (vectores de contagio) la zona afectada, no queda argumento que motive la presencia de la enfermedad. Posteriormente y como refuerzo se podrían hacer barridos analíticos en las granjas para asegurar (y demostrar ante las autoridades) que esta no se ha transmitido. Además, se debería reforzar un plan de choque en toda la Península (incluido Portugal) de control de la especie transmisora. Estamos hablando del control de unos miles de animales frente a la posibilidad de afectación de millones de los mismos. Eso sin tener en cuenta la catástrofe económica.

Quisiera abundar en que esta misma argumentación nos serviría para otras especies, como el venado, y la influencia en la transmisión de la lengua azul en vacas y ovejas.

Simplificando, y viendo que si la enfermedad se extiende la única solución es el sacrificio, ahora es el momento de actuar sobre una población minoritaria: "Muerto el perro se acabó la rabia", porque algo tronó y creo que fue un aviso, no esperemos a que nos dé el rayo.

Entiéndanme quienes vean en estas palabras un afán eliminador, no es así, a poco que se razone, verán que el control sí permitirá una supervivencia más armónica de estas especies, porque el género al que pertenecemos, sí que no va a cambiar.

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