Una teoría muy loca
He vuelto a ver la película "Lawrence de Arabia", dirigida por el británico David Lean en 1962. El paso del tiempo no ha hecho mella en su belleza formal ni en sus cimientos narrativos y sigue emocionando desde el principio al fin del metraje. ¡Y qué decir de su frescura! Parece que la hayan rodado anteayer. La magia del cine. Y es que, además, pese a que se toma ciertas licencias, nos sirve a los profanos para acercarnos a los orígenes del follón que hay montado en Oriente Medio sin necesidad de recurrir a sesudos estudios y a la opinión de los tertulianos de nuestro país, que igual se explayan sobre el conflicto de Nagorno Karabaj que te recitan de corrido la lista de los reyes godos al tiempo que se ventilan unas papas con jamón.
Cuando pasaron los títulos de crédito, que siempre me los leo como el prospecto de un medicamento, cambié de canal para darme de bruces con Pedro Sánchez y estaba dando un discurso ante Mahmud Abás y en mi cabeza aún sonaban las notas de la música de Maurice Jarre. En medio de tan patética coincidencia no me quedó más solución que preguntarme si este es el modo con el que el "guapo" quiere pasar a la historia: ¿emulando al Lawrence aquel? Y ahí estaba con sus milongas. Todo un presidente del Gobierno de España liándose la kufiya a la cabeza, metiéndose en jardines islámicos, tan agresivo con Israel como en su día lo fue el mismísimo Nasser, inspirado por Saladino. Me lo imagino escribiendo documentos con una letra aljamiada. Hasta es posible que corra sangre mora por sus venas.
A propósito de esta querencia de Sánchez por los agarenos dice un amigo mío que es todo culpa del sátrapa de Marruecos, quien realmente manda en estos andurriales y le tiene bailando a su son como a un monito amaestrado. Aunque yo ya no me fío de las teorías de mi amigo. Es el mismo que me dijo que el Real Oviedo iba a ganar la Copa del Rey.
Hastiado de tanto sinsentido, volví a cambiar de canal y estaban echando el "Pinocho" de Guillermo del Toro. Una obra menor pero muy decente.
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