Cuando nos falten las sonrisas
María muestra su amplia sonrisa septuagenaria cada vez que me ve llegar acompañada de clientes a los pies de su cabaña en los Picos de Europa. Más de una vez discutimos, como buenas asturianas, con aspavientos de manos e insistencia; ella intentando regalarme el queso que ha elaborado y yo intentando pagárselo. Sin duda es un momento espontáneo que añade más valor, si cabe, a la gran riqueza etnográfica que supone el encuentro con una pastora de nuestras montañas.
Y digo “nuestras montañas” porque no debemos olvidar que la salud de todo el planeta, y por tanto de la población mundial, depende en gran medida de lo que pasa en ellas. Como reguladores climáticos, los ecosistemas montañosos influyen en los patrones meteorológicos y son fuentes esenciales de agua. Así que todo lo que pasa allá arriba debería importarnos como propio.
María es pastora en los Picos de Europa, y yo guía de montaña, socia de Mujeres de Empresa. En nuestras respectivas facetas, puede parecer que las dos dependemos de la montaña en mayor medida que otras personas. Pero si pensamos que el agua que corre por nuestros ríos, que llena nuestros embalses, que mana de las fuentes y que sale del grifo de nuestras casas nace en las montañas, nos daremos cuenta de en qué medida todas las personas dependemos de lo que pasa en ellas para sobrevivir.
Antetítulo: Día Internacional de las Montañas 2025
El 11 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Montañas, un día para reflexionar sobre cómo nuestras vidas están vinculadas a lo que pasa en las cotas más altas. Este año 2025 que está finalizando fue, además, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares. La intención: recordarnos que los glaciares y las capas de hielo contienen alrededor del 70% del agua dulce de todo el mundo.
En otras latitudes, el derretimiento acelerado de los glaciares está produciendo crisis ambientales y humanitarias, amenazando sistemas productivos, la seguridad hídrica y la forma de vida de miles de millones de personas. En nuestras montañas, las que geográficamente nos quedan más próximas, ya no nos quedan glaciares y los inviernos cada vez más escasos de nieve no hacen más que impedir que se rellenen acuíferos y que se nutran los ríos y las fuentes. La traducción: María sufre la escasez de agua para su ganado, yo tengo que diseñar las rutas en función de la posibilidad de encontrar fuentes para abastecernos y quien se queda en cotas más bajas mira de reojo la bandera roja que le impide bañarse en el mar por la presencia de carabelas portuguesas.
Me despido de María como siempre, con dos besos, y la evoco, ya en casa, en cada trozo de queso que saboreo. La pastora no pierde su sonrisa a pesar del calor insoportable de finales de octubre y de que desde su cabaña ya no pueda contemplar aquel nevero apodado “perpetuo”, aunque intuyo que, por dentro, su sonrisa se desvanece al pensar en el futuro.
Luz M. R. Vidal es guía de montaña de "Coleccionista de paisajes", abogada y asociada de Mujeres de Empresa
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