Cuando el poder no descansa
Estimado/a director/a,
El pasado viernes, a las 22.30 de la noche, una trabajadora recibió una llamada, fuera de horario laboral, de su jefa para pedirle explicaciones sobre una tarea que ni siquiera le correspondía. Este incidente no es una anécdota, sino el síntoma de una enfermedad laboral generalizada: el exceso de poder y la falta de respeto por el tiempo de descanso del trabajador. La cultura del "todo es urgente" y la disponibilidad 24/7 han aniquilado el derecho a la desconexión.
Hablamos de una forma de control que invade el tiempo personal y desgasta emocionalmente a quien trabaja; de jefes que confunden disponibilidad con sumisión, autoridad con intimidación y liderazgo con abuso.
En estas fechas se habla mucho de bienestar laboral y conciliación, por lo que convendría recordar que respetar los tiempos de descanso no es un favor, sino un derecho. Si un trabajador no puede desconectar nunca, ¿quién está realmente abusando de su posición?
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