Real Oviedo
Nadie entendió la destitución de Paunovic, un entrenador que había logrado el ascenso y que, además, en las primeras ocho jornadas tuvo que enfrentarse casi exclusivamente a los equipos más fuertes de la categoría. Aun así, el equipo compitió y consiguió dos victorias. De manera repentina, fue cesado y sustituido por un entrenador que, poco tiempo antes, había abandonado el club por decisión propia.
Sin embargo, nada de esto justifica que algunos aficionados recurran a la intimidación, la violencia y a los insultos contra los jugadores y el entrenador. Esto es un deporte: no hay vidas en juego, solo espectáculo, diversión y, como mucho, implicación emocional.
Mientras tanto, tenemos una sanidad pública resquebrajándose, con listas de espera de auténtico escándalo. Los médicos, en plena oleada de gripe, deciden ir a la huelga, rematando lo que en otro tiempo fue un orgullo nacional. Aquí sí hay vidas y salud en juego. Y, aun así, a muchos parece importarles más perder un partido que que su abuelo vea su salud en riesgo por falta de atención. Curiosa sociedad.
Muchos de los que actúan de este modo no han jugado al fútbol en su vida: les faltan deportividad, respeto, educación, experiencia y perspectiva. Recuerdo el descenso del Sporting, con Quini y compañía, a Segunda División y cómo, la temporada siguiente, casi con los mismos jugadores, lograron el ascenso y llegaron a disputar la UEFA, para después pelear por la Liga y la Copa del Rey. Es el fútbol. Cuestión de emociones, buenas rachas, menos lesiones... Es cierto, el Sporting contrató para subir a un gran entrenador (Vicente Miera), quizás eso falte para darle impulso a cualquier plantel. Siempre creí que el jugador debe estar dirigido por alguien a quien admire para que sepa aceptar sus directrices al dedillo.
Los aficionados no ganan partidos, pero sí pueden perderlos cuando generan un ambiente negativo dentro y fuera del campo. Los jugadores y los entrenadores siempre quieren ganar; intervienen muchos otros factores que cualquier aficionado al fútbol conoce.
Si de verdad quieren al Real Oviedo, apóyenlo. Cuesta mucho subir.
Quien crea que mediante la violencia y la intimidación el equipo va a rendir mejor está profundamente equivocado. Que cambie de diversión: la violencia y el deporte no son compatibles. A los violentos hay que expulsarlos de los campos, incluso en el fútbol base. También de la sociedad. Ir de matones pertenece a otro tiempo lejano.
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