La Navidad de quienes no salen en la foto
En Navidad se repite el mismo estribillo: "Son días de familia", "hay que estar acompañados", "no te quedes solo". Y, sin embargo, cada diciembre crece una realidad que apenas se ve o que quizá silenciamos de forma no intencionada: la soledad no deseada.
Hemos normalizado preguntar "¿qué haces en Nochebuena?" como si fuera una prueba de pertenencia. Y quizá deberíamos empezar a normalizar otra cosa: que hay personas mayores que llevan días sin hablar con nadie; jóvenes que han cambiado de ciudad y aún no han tejido una red; familias rotas, duelos recientes, migrantes, cuidadores agotados, personas con depresión o ansiedad. La soledad no deseada no es una anécdota navideña: es un problema de salud y de comunidad.
Y lo más duro es que, a veces, ni siquiera se nota. Porque la soledad no siempre tiene cara de tristeza: puede tener cara de "estoy bien", de alguien que no quiere molestar, de quien ha aprendido a decir que no tiene planes con una sonrisa rápida para cambiar de tema.
Visibilicemos una Navidad más real: con menos escaparates y más cercanía para quien está solo, para quien está de duelo, para quien está lejos de los suyos, para quien no sale en la foto.
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