Sugerencia a la SOF
El pasado martes 8 de marzo he tenido la ocasión de asistir al espectáculo de Jorge Blass que, organizado por la SOF, se celebró en el teatro Filarmónica de Oviedo. La gran asistencia de público, que llenó prácticamente el aforo del teatro y disfrutó con los trucos y puesta en escena de este mago, dentro de una función entretenida y divertida, en la que repasó todos sus mejores números, es una muestra del acierto en la organización de estos eventos que, a buen seguro, podrían repetirse con más frecuencia.
Dicho lo anterior, no quiero dejar de manifestar mi desaprobación por la falta de previsión de los responsables de la organización al no numerar las localidades, asunto que no reviste mayor importancia cuando la asistencia de público es escasa, pero que se hace absolutamente necesaria cuando ésta es masiva, como ha sido, y se podía sospechar que sería, en este caso. Antes de la hora de apertura de las puertas de entrada al teatro, que se produjo a las 20.00 horas, la cola de personas que esperaba para poder entrar y situarse en un lugar preferente ya doblaba desde la calle Mendizábal a la calle Argüelles, alcanzando una longitud próxima a los 100 metros. La aglomeración para la caza de la mejor butaca se convirtió en toda una aventura y, al final, después de tantas premuras, el público tuvo que esperar pacientemente, sin moverse de sus asientos, claro, más de media hora, dado que el espectáculo, programado para las 20.30, retrasó su inicio unos 13 minutos.
Siempre había creído, y esperado, que la modernización de la gestión, en todos sus aspectos, apoyada por el impulso de la informática y las nuevas tecnologías, podría terminar con las viejas y anacrónicas colas, haciendo el ejercicio de esperar turno, cuando fuese estrictamente necesario, mucho más racional, ético y estético, pero, para mi frustración, la realidad ha venido a dar al traste con mis esperanzas y, hoy día, a pesar de estar ya bastante introducidos en el siglo XXI, aún no nos hemos liberado de este mal; es más, parece que estamos volviendo al principio. Lo de ayer, a las puertas del teatro Filarmónica, absolutamente evitable, es un ejemplo de lo que no debería ser. Esperemos que la SOF, que creo sensata y seria, tome buena nota de ello y, en lo que le afecte, evite espectáculos como el que me refiero.
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