El mediocre alcalde de Tapia
Leo con sorpresa y resignación unas recientes declaraciones publicadas en LA NUEVA ESPAÑA por el alcalde de Tapia, Gervasio Acevedo, en las que, sin el menor rubor, manifiesta abandonar la Alcaldía de Tapia –después de 20 años– «tranquilo, con la satisfacción de haber hecho todo lo que pude por este municipio». Siquiera un superficial análisis de la gestión municipal de Tapia en los últimos años lleva a la conclusión de que el nivel de exigencia del Sr. Acevedo ha sido muy bajo, reflejo más de la mediocridad en la que vive hoy inmersa España. Hay muchos ejemplos que adveran mi opinión, pero el más palmario es el de la inexistencia en Tapia de un polígono industrial en condiciones, en estado prácticamente de abandono y suciedad permanente, con infraestructuras pendientes de ejecutar varios años después de su «conclusión» y en el que, para colmo de despropósitos, las pocas empresas en él instaladas funcionan todavía a día de hoy con luz de obra, cuando no con generadores de gasóleo. Mientras, otros polígonos de la zona (Barres, Navia, Ribadeo) siguen ampliándose y creciendo en detrimento del empleo y actividad industrial de Tapia. A ello ha de añadirse en estos últimos años la falta de creación y mantenimiento de las infraestructuras del municipio; el defectuoso –cuando no inexistente– alumbrado público; la deficiente gestión de la eliminación de residuos y estado de limpieza del casco urbano, sobre todo en verano (no olvidemos que Tapia vive hoy, fundamentalmente, por y para el turismo); la falta de plazas de aparcamiento en el centro del pueblo, con especial incidencia en verano; el incremento crítico de la deuda municipal, con el consiguiente aumento de los tributos municipales que soporta el tapiego de a pie... etc. etc. Eso sí, en estos años, el Sr. Acevedo ha estado «preocupado» por otras cuestiones, en su mayor parte con nula incidencia de cara a paliar mínimamente la grave situación económica que padece Tapia, innecesarias en estos momentos, pero mucho más mediáticas, entre las que se encuentra la Casa de Cultura (¿realmente Tapia necesitaba una infraestructura claramente desproporcionada a sus necesidades, cuyo mantenimiento y conservación va a tener que soportar?) y la «adecuación» de la antigua cetárea en piscina natural, a escasos cien metros de una magnífica playa (si realmente se pretendía regenerar el tramo de costa donde se ubicaba la antigua cetárea, hubiese bastado demoler sin más sus ruinas, dejar la franja costera en su estado original y no dilapidar el dinero del contribuyente en un auténtico lujo innecesario, que no podíamos permitirnos y que atenta contra el más elemental sentido común). Lamentablemente en estos años poco o nada se ha hecho por los verdaderos problemas de Tapia y de sus ciudadanos, por lo que la gestión del Sr. Acevedo es realmente como para estar muy, pero que muy satisfecho. ¡Mi enhorabuena, Sr. Acevedo!
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