La necesidad de savia nueva
Soy una ciudadana que en los últimos tiempos debido a los desatinos de nuestros políticos en el poder, así como a la falta de consistencia de los otros, los que están en la oposición, he comenzado a buscar alguna luz, algún mensaje esperanzador que me devuelva la confianza en la política. En los tiempos en que era estudiante me interesó mucho el pensamiento político, en los que me adentré leyendo «La República» o «La Política» de Aristóteles. Me pareció una ciencia no exacta, como todas las relativas a lo humano, que requería que quienes se dedicasen a ella fuesen poseedores de grandes talentos y conocimientos, y muy especialmente hubiesen demostrado una conducta ética en la manera de proceder a lo largo de su vida.
Si Platón levantase la cabeza y echase un vistazo a la actual situación política en España, sin duda preferiría emprender el camino del Hades (o incluso del Tártaro) para no volver la vista atrás, de tan deprimente que le parecería el panorama.
La mansedumbre y/o la indolencia de la mayor parte de los ciudadanos, que sólo parecen estar interesados en la enésima tontería que salga de la boca de los personajillos del mundo del corazón (¡qué expresión más inapropiada!) o en lo que sucede en la Liga de fútbol, me hacen pensar que los actuales políticos se siguen frotando las manos con la idea de que podrán seguir haciendo de las suyas. Es decir, no hacer nada positivo por el pueblo español, continuar con las mentiras, no trasladar con valentía a los ciudadanos las medidas reales, basadas en el sentido común y en las matemáticas, que es necesario afrontar para superar los problemas que nos acucian. Esos señores sentados en sus sillones, que dormitan durante las sesiones parlamentarias, nos han robado la confianza en lo que debe ser y hacer un político y tienen la obligación de retirarse y dejar libre el camino a personas que traigan un mensaje de autenticidad y con contenido, en otras palabras, savia nueva. Se lee en muchos sitios la necesidad de regenerar la democracia en estos días y es tan cierto como que necesitamos oxígeno para vivir. Sin embargo, no veremos el cambio para que exista esa renovación mientras no haya una conciencia de la ciudadanía de que todos somos responsables de lo que suceda en el ámbito político y de que vamos a tener los representantes que nos merezcamos. ¿Cómo se puede proponer por parte de los partidos (¡tremendos Leviatanes!) que vayan en las listas electorales personas imputadas en procesos penales? ¿Dónde está nuestro amor propio como personas y ciudadanos del mundo occidental, demócratas y modernos? Ciudadanos, somos los depositarios de la soberanía nacional y tenemos el poder de decir basta, no queremos más de lo mismo, no más mentiras que intentan tapar la falta de ideas y de valor. Hay que filtrar que salten a la arena política solamente personas debidamente formadas, que puedan ser consideradas un modelo de rectitud, con vocación de servir a los demás, en pocas palabras: que practiquen aquello que llamaban los pensadores antiguos la virtud. ¿Será una utopía? No importa, sería maravilloso trabajar entre todos para que ese sea el objetivo, el faro hacia el que encaminemos nuestros pasos. Encaminados en esa dirección estamos los ciudadanos de a pie, que integramos la marea magenta, que acudiremos a las próximas elecciones bajo el nombre de Unión Progreso y Democracia. Somos personas de procedencia distinta a las que la necesidad de cambio y renovación nos ha unido y nos motiva a hacer campaña a nivel de calle. El mensaje de Ignacio Prendes, candidato de UPyD al Principado, es fresco, portador de nuevas ideas y de mucha ilusión. La presentación del programa electoral de UPyD en el Ayuntamiento de Gijón a cargo de Armando Fernández Bartolomé el sábado día 12 de marzo fue muy rica en contenidos; lograr mayor eficacia y eficiencia de la administración local, así como librar a los funcionarios de la injerencia de los partidos en el poder, superar los localismos, reformar e impulsar la educación y la cultura para lograr ciudadanos con criterio y una sociedad civil consistente y con autoestima. Un mensaje esperanzador en medio de un panorama donde algunos candidatos no se les ocurre nada mejor que mostrar de sí mismos lo bien (o lo mal) que cantan en el karaoke.
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