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Andalucía, fauna y flora

21 de Marzo del 2011 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Carnavales de España. La semana pasada eran 38, ahora ya van por 70 los miembros de la familia socialista beneficiados por la Junta de Andalucía con una jubilación de apaño. Ya se sabe: familia que cobra unida, permanece unida. Sólo quedan 4.000 o 40.000 expedientes por examinar, así que ya no saldrán muchos casos más, pues la Junta, con muy buen criterio, ha decidido examinarlos ella sola aplicando el procedimiento abreviadísimo de ser a la vez fiscal, juez y parte. ¿Quién sabrá más de las gallinas desaparecidas que la zorra que se las comió? Eso se llama eficacia. Entre los casos más llamativos (y en cierto sentido conmovedores), está la suegra del director general de Trabajo y los cuñados del director de Empleo. Empleo y trabajo, aquí en el Norte, serían sinónimos, pero cada andaluz es un poeta y, allá en el Sur, una diferencia de matiz da para desdoblar los altos cargos. Pues ahí tenemos al director de Trabajo y al de Empleo metiendo mano en los fondos de reptiles y echándoles de comer amorosamente a la suegra y a los cuñados, como quien ceba en el zoo a una boa o una anaconda y a un par de caimanes.

Fondo de reptiles lo llaman en Andalucía. Cada comunidad acuña su peculiar estilística; en Asturias a esos dineros ectópicos, de libre designación sensu lato, los llaman fondos mineros. Expresión muy atinada, toda vez que se les maneja, desde cabinas de simulación, como si fueran agujeros negros. Pero para paraíso natural ese de Al-Ándalus que presidió Chaves durante 25 años con la bonhomía de un director de reserva natural, con la casta de un patriarca de gran reserva. Señor de Andalucía como de una inmensa Doñana. Hasta tiene una gacela que le come en la mano. Sí señor, lo han adivinado, se llama Paulita.

No estamos hablando de corruptelas accidentales, episódicas o periféricas al sistema. Asistimos a la eclosión incontenible de una corrupción instalada como pieza esencial en el modus operandi de la gobernación socialista. Nada más elocuente en este sentido que la inocente franqueza de los mismos protagonistas. Qué padre no quiere lo mejor para su hija, comentó Griñán al destaparse el macroescándalo Matsa-Chaves. Hay que ponerse en la piel del alcalde o del diputado que después de 20 años en el cargo se cae de las listas y da, de la noche a la mañana, con los huevos en la ceniza, argumentaba otro gerifalte del régimen andaluz. Para qué estamos los contribuyentes si no para financiar el reciclaje de los elementos amortizados por el aparato socialista. ¿Y quién llamó de reptiles a estos fondos de socorros mutuos? El responsable de administrarlos. El tonto y el borracho lo que tienen en el papo: ebrios de impunidad, los dirigentes andaluces olvidan los naipes de la coima boca arriba. Andalucía es el banco de ensayo de lo que ZP llama, con su retórica de bombero, proyecto social de futuro; allí los procesos, libres de cortapisas, se aceleran como en caldo de cultivo (allí y aquí, en Asturias).

Qué tiene que ver este pesoísmo hispano con la socialdemocracia de Willy Brandt o de Olof Palme. Nada nos aleja más de Europa, nada nos acerca tanto de las repúblicas bananeras como esta truculenta zafiedad en las costumbres políticas. Que nadie espere, sin embargo, que la conciencia de superioridad moral de la izquierda se vaya a dejar interpelar por la cruda y cutre realidad. ¿Se imagina alguien a la industria nacional del cine produciendo una serie crítica sobre la coyuntura política y económica? Quiá. No hay motivo. Un parado es un drama; cinco millones, pura estadística. Permanente carnaval éste de España, con un rey que va de republicano; los actores y cineastas, de comisarios; los nuevos ricos, de socialistas; y los curas, de marxistas. Que Rubalcaba nos coja confesados.

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