La verdad es lo que es
Este final del zapaterismo lo estamos viviendo con sobresaltos, cada día nos despertamos temiendo por dónde saltará la próxima improvisación o disparate del Presidente. Ya le hemos visto conducir a esta sociedad por la Alianza de Civilizaciones, que no sabe su promotor ni qué es, ni adónde se dirige. Las civilizaciones cuando se encuentran, ellas solas tratan de aportar experiencias y asumir las de las demás culturas. Lo que es absurdo es que algún inspirado político haga de Sibila de Cumas, anunciando los caminos por donde han de ir las civilizaciones. Y mientras, en España, un iluminado presidente reduce esta alianza a que el islamismo invada la Península por no sé qué idea que tiene del Al-Andalus, en todo el norte de África parece que quieren adoptar la democracia, creación auténtica y característica del occidente cristiano. Esta reacción de los ciudadanos de Túnez, Egipto, Libia y de otros países muestra cómo tal alianza se realiza por sí sola. ¡Qué casualidad! Al contrario de como propone nuestro Gobierno.
No crean estos políticos que han inventado nada nuevo. En Europa las persecuciones religiosas, todas ellas, se han caracterizado por tratar de justificarse mediante el recurso, ya sabido, a la Ilustración, a la razón y al progreso, sin advertir que estos principios son fruto del pensamiento cristiano. Y lo que más choca es que no adviertan que han cambiado de dirección, como los que en una autopista entran por dirección contraria y van convencidos de que todos los demás marchan en sentido equivocado. Se han propuesto perseguir las creencias religiosas que han dado alimento a la misma forma europea de pensar. Hablan de tolerancia para ser intolerantes con los cristianos, y no es extraño si algún laicista piensa así, pero ésta es la actitud de un Gobierno que ha ido mucho más allá que cualquier izquierda europea, sin tener en cuenta que la verdad es lo que es, y los ríos, se dice desde antiguo, que vuelven a sus cauces.
Y no tienen inconveniente en abrazar la doctrina de los totalitarismos: socialista y nacionalsocialista, de que ninguna creencia ni regla de conciencia pueden considerarse por encima la ley y de las instituciones, negando de este modo que toda religión implica, por definición, una vertiente social, que parte de la misma personalidad del ciudadano y, por tanto, es el ejercicio de la soberanía que radica en la persona, no en el Gobierno, por muy despótico que sea. Esto muestra que hay un gran temor a los cristianos, porque en la medida en que exista un creyente existe el peligro de que la conciencia se pueda volver contestataria. Y esto sigue siendo verdad.
Subtítulo: De la Alianza de Civilizaciones a la persecución religiosa
Destacado: Hay un gran temor a los cristianos, porque en la medida en que exista un creyente existe el peligro de que la conciencia se pueda volver contestataria
Pero que no piensen que es tan sutil la persecución religiosa que no se advierta. Siempre se ha empezado por parte de bandas radicales con burlas a los creyentes y a sus convicciones, marchando en nuestra sociedad amparadas por la legislación, que dificulta cada vez más las prácticas cristianas. Ya con grupos lanzados contra los centros donde se realizan actos religiosos, ya con una utilización tendenciosa de las televisiones y demás medios de comunicación. Todo ello bien protegido por el poder ejecutivo, que en lugar de defender la libertad religiosa, ampara estas prácticas con unas leyes que se califican de progresistas, y que pretenden sacar el hecho religioso del ámbito social.
Ante esta particular persecución y decisión de borrar la cultura cristiana, debemos recordar unas palabras no religiosas, sino de un poeta muy estimado, Antonio Machado:
«La verdad es lo que es,
Y sigue siendo verdad
Aunque se piense al revés».
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