Otra prohibición
Lo es ahora el circular a más de 110 kilómetros por autopistas y autovías. ¡Toma del frasco, Tobías! Asombro e indignación en la ciudadanía, cada vez más oprimida y acogotada por un Ejecutivo que gobierna a decretazo limpio y con leyes cada vez más lesivas para la susodicha, a la que la crisis está llevando a su total depauperación. Es como si el señor Zapatero se hubiera propuesto, con su estereotipada sonrisita, encabronar cada vez más al infelice currante, y esto no favorece nada al PSOE, que debiera enviar a ZP al paro y poner a otro, más idóneo y equilibrado, al frente de este desbocado Gobierno. O bien, elecciones anticipadas.
Si la ley esa del tabaco ha creado un malestar general y puesto en pie de guerra a la industria hostelera, la de los 110 kilómetros enfurecerá a los conductores, a los que la voraz DGT sí que va a freír a multas y sanciones. Y es que de esto se trata en realidad. Ahora los radares y agentes de Tráfico no darán abasto para sancionar al currante que sobrepase esa velocidad, cuyo ahorro de combustible es irrisorio, según los expertos en la materia.
Vamos listos los currantes carpetovetónicos, gobernados a golpe de decretos y leyes que en vez de mejorar la caótica situación en que se vive la empeoran más aún. Y lo curioso del caso –por no decir indignante y vergonzoso– es que este Gobierno, tan riguroso en hacer cumplir las leyes tan drásticas y desafortunadas, él incumple las que impone la UE. Por ejemplo, la ley de 2007 que prohíbe el suministro de armas a países conflictivos, en los que la democracia y la libertad brillan por su ausencia. Y en el año 2010 España vendió armamento al genocida Gadafi, el que hoy –cuando esto escribo– está masacrando al pueblo libio, ante la indiferencia del llamado mundo libre. Un mundo insolidario y despreciable, insensible a tanta desgracia, tiranía e injusticia como vemos en esos países del norte de África.
Ricardo Luis Arias
Aller
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