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Accidentes Nucleares

19 de Marzo del 2011 - Alfredo J. Quintana García (Lugones)

Las centrales japonesas estallaron porque hubo un terremoto con maremoto. La de Chernóbil, muy lejos del mar, y en terreno estable, porque un operario tuvo un mal día y cometió una serie de equivocaciones en el manejo de los controles. La de Three mile islands, porque en el complejo sistema de tuberías, válvulas y bombas del sistema de refrigeración, se atascó una válvula, la de.porque se fundió un transistor en una placa electrónica de un sistema de controlTodas ellas eran muy seguras, con mil sistemas de seguridad etc, similarmente al resto de las centrales en activo. Llevaban decenas de años funcionando en la más completa seguridad, exactamente igual que las que aún continúan en activo, que son muchas. Y el rosario de eventos como estos continuará, por una causa u otra. Por pura estadística, el tiempo las hará ir explosionando una tras otra, por cada uno de los mil motivos posibles en cada momento; esto es algo intrínseco a su naturaleza. Es jugar con fuego. Cada uno de estos accidentes inyectará en el medio ambiente una enorme cantidad de materiales radiactivos con los que habremos de convivir para siempre, nosotros y nuestra descendencia, en nuestro entorno, nuestra agua, nuestro aire, nuestros alimentos con sus consecuencias. Si una presa revienta, pueden morir muchos, incluso más que con el reventón de la central nuclear. Pero los que sobrevivan, al día siguiente ya no tendrán nada más que temer, salvo que el dolor por los muertos del accidente. Tras el reventón de una nuclear, es cuando realmente comienza el motivo de temor, y sus consecuencias por todo el mundo no acabarán nunca, matarán a gente que aún no han nacido cuando el accidente, y a los hijos y nietos de esa gente. Por eso a dos días de la tragedia ya nadie se preocupa por los 10.000 muertos, ni en Japón ni en otro sitio. Hay más motivos de preocupación por el enorme número de muertos que podrá haber en el futuro a causa del material liberado, en una lotería que ahora, o dentro de mil años, nadie sabe a quién le tocará. Así, aunque el accidente de Chernóbil sucedió hace más de veinte años, los materiales liberados siguen ahí, en el medio ambiente, en nuestros alimentos, igual que al día siguiente y con los mismos efectos sobre la humanidad: el accidente de Chernóbil estaba antesdeayer tan vivo como hace veinte años, actuando igual, matando igual, y seguirá haciéndolo pasado mañana.

Las radiaciones letales que emiten los materiales radiactivos matan, podemos decir que de dos formas diferentes, según las dosis de radiación que recibamos: 1.- si se reciben altas dosis de radiación (los bomberos que acudieron a apagar las centrales accidentadas), por encima de un umbral determinado, la muerte es segura en pocas semanas, con unas quemaduras en todos los órganos del cuerpo. 2.- Con unas dosis menores, como las que recibimos al ingerir los alimentos contaminados, ocurre lo siguiente: un determinado porcentaje de los que reciban esas dosis bajas, desarrollarán efectos con muerte en unos días tras recibir la dosis. Otro porcentaje, desarrollarán los efectos al cabo de unos meses, otro porcentaje, al cabo de unos años y otro porcentaje no llegará a desarrollarlos, muriendo finalmente por otras causas. El valor de estos porcentajes depende de la intensidad de la dosis. Si es muy, muy baja, la mayoría estará en el porcentaje de los que más tardarán en desarrollar las consecuencias (más de 20 años o nunca). A mayores dosis, mayor probabilidad de desarrollarla en un plazo menor. Por eso en Japón tanta gente huye de Tokio, porque con las nubes de materiales radiactivos liberados la concentración da unas dosis tan altas en Japón en general, y tanto mayores cuanto más próximas a la central, que da pavor. Alejándose, disminuyen las dosis y por tanto la probabilidad de desarrollar los efectos (leucemia y otros tipos de cancer). Pero nadie estará libre de dosis, aunque lógicamente menores, ni en Europa, cuando este material se reparta por el mundo, sumándose para siempre al de Chernóbil.

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