Hasta siempre, Carmina
En este meridiano de marzo, cuando el mundo se revuelve en guerras y catástrofes, y en Caso los cerezos alumbran las primeras flores, se nos ha ido una mujer buena, Carmen Roces, maestra. ¡Qué título tan hermoso! Precisamente unas cuantas generaciones de casinos aprendieron con ella, lo que hoy les faculta para desempeñar su vida como personas de bien, cualidad que ella tuvo la paciencia de inculcarles.
En aquellos difíciles años, cuando en el concejo casín poco más había que necesidades y carencias, en las tristes habitaciones que a duras penas contenían los fríos y las humedades, aquella maestra educó y enseñó las reglas más elementales, con los pocos medios de que disponía.
No hace muchos meses, sus alumnos de La Felguerina y Beneros tuvieron ocasión de demostrarle su agradecimiento en un amigable encuentro que desgraciadamente ya sólo perdurará en sus memorias. Doña Carmen ya no paseará más por las calles del Campu, y a sus vecinos y a los que fueron sus alumnos sólo les quedará hacerle un hueco en su corazón para conservar su recuerdo para siempre.
Descansa en paz, Carmina.
Monchu Calvo, Gijón
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