Regreso al hogar
Desde principios del presente año esperábamos la noticia. Al fin el pasado día 10 sonó el teléfono. Una voz amiga, entre excitada y gozosa, nos daba la nueva de que el doctor Óscar Biscet sería liberado de las prisiones castristas todo lo más al día siguiente. Las gestiones que desde hacía algún tiempo realizaba el cardenal don Jaime Ortega habían fructificado. El paladín de los derechos humanos y de la vida de los no nacidos podía volver a su hogar, del que fue sacado una mañana hacía nueve años para soportar dura condena de veinticinco en las que serían más humillantes condiciones carcelarias, lejos de sus seres queridos. Óscar Biscet en tan largo tiempo de privación de libertad no hizo la más mínima claudicación de sus creencias cristianas, ni se doblegó ante las amenazas ni las torturas. No arrió jamás la bandera de la dignidad y el honor. Hoy está en su hogar bajo la estricta vigilancia del régimen que desearía que hiciese la maleta y abandonara la isla en que naciera y a la que dedica todos sus amores. Pero no es ese el pensamiento de este médico que honra a su profesión y es prototipo de patriotismo y hombría de bien. La noticia que nos llegó de Cuba es brillante motivo de satisfacción.
Efraín Canella Gutiérrez
Oviedo
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