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Patrimonio histórico de los alleranos

22 de Marzo del 2011 - J. Roberto Glez. Vázquez (Villanueva-Aller)

Ojeando las distintas guías turísticas sobre el concejo, sorprende no encontrar ninguna referencia histórica en la parte baja del valle. A pesar de disponer en Villanueva, feligresía de Moreda, de la primera piedra cristiana escrita y la segunda más antigua que se conoce en Aller (895). Este lugar, situado sobre la parte alta de la vega del río, antigua tierra de «Castañones y Solises», durante un tiempo cementerio medieval y con un «castru» por encima del pueblo, debe ser de todo menos nuevo. En aquella época y coincidiendo con el itinerario jacobeo, posiblemente haya sido uno de los primeros asentamientos cristianos en la alta Edad Media de esta zona.

Cuando Jesús González Folgueras (Villanueva, 1936), sacó a la luz aquella piedra, una tarde de julio de 1973, pensó que le serviría para una mesa, pero la lluvia del día siguiente le hizo descubrir parte de una antigua necrópolis. Jesús, hijo de la emigración económica de finales de los cincuenta, no había estudiado latín, pero supo enseguida que lo que tenía delante era parte de la historia de su pueblo en una piedra. Las comprobaciones de los restos encontrados en el sepulcro fecharon el hallazgo en las postrimerías del siglo IX.

Nadie le tuvo que decir que, aunque legalmente era suya desde el momento en que compró aquel terreno con castaños centenarios, la trascendencia del descubrimiento lo convertía también en depositario de una parte de la historia del concejo. Y de eso ejerció hasta la actualidad, de depositario. Para ponerlo en valor, respetó su emplazamiento exacto, y lo integró en su «obra». Se puede decir que edificó su vivienda alrededor de la lápida funeraria de Brahulio. Pensaría que era la mejor manera de protegerla y al mismo tiempo una forma de auto-recompensa, ya que su oficio tenía mucho que ver con ello.

En todos estos años nunca negó a nadie verla, medirla, copiarla, fotografiarla... ni jamás se negó la entrada al local donde se encuentra, a nadie. Se llegaron a recibir importantes ofertas económicas, pero Jesús nunca contempló que la piedra saliese se Aller.

También recibió «invitaciones» y presiones de algunos, que a pesar de titularse «alleranos», no les hubiese causado ningún trauma el hecho de que la lápida hubiese acabado en el Museo Arqueológico o en alguna colección particular.

Por eso sorprende, no ya, que no se le reconozca su cometido de guardia y custodia, que como depositario y con sus propios medios hace a diario para poner la pieza y sus restos a salvo de expolios y rapiñas, en definitiva, de los que esgrimiendo otros intereses, quieren despojar a Aller de su patrimonio histórico.

Lo que llama la atención, a nuestro juicio, es que un Ayuntamiento como el de C. de Onís, se haya interesado en su momento por la piedra, para un contenido expositivo en su «Aula de la Monarquía», y aquí ni siquiera podamos situarla en el mapa del concejo.

Pero, a pesar de todo, Jesús no va a estar solo en su labor. Ahora que celebramos su 75 aniversario, queremos que sepa lo orgullosos que estamos sus hijos por enseñarnos que la dignidad es el mayor tesoro para un ser humano y su auténtica riqueza.

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