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El opositor que se posiciona oponiéndose a las oposiciones

22 de Marzo del 2011 - Gloria María Fernández Visoue (Mieres)

«Cuelgas una foto de una cagada en Facebook, y diez personas dicen que les gusta.» (Manel Fuentes en «El Club de la Comedia»)

La reunión del Consejero de Educación con un tal Pablo Palacios (chistera visible de un grupo de Facebook) es el inaudito colofón a toda una serie de delirantes aunque bien calculados despropósitos que, como consecuencia inevitable de una acumulación de irresponsabilidades y acrobacias políticas, administrativas y sindicales, están situando el comportamiento y las relaciones entre los diferentes agentes de la comunidad educativa en una situación, cuando menos, embarazosa, hilarante, y muy difícil de explicar a la opinión pública. Podríamos titularla «El Príncipe del Pueblo» (comedia en cinco actos):

Acto 1. Algunos interinos se habían hecho la ilusión de que se congelarían las oposiciones a maestros, ya que hasta ahora gozaban de cierta estabilidad (ficticia). Tras la previsible convocatoria de oposiciones, vieron peligrar sus privilegios, así que se organizaron tras la bandera del ciudadano Pablo Palacios en un grupo de Facebook, y empezaron a hacer mucho ruido para conseguir la congelación. Esto incomodó al Consejero (murmullo antes de las elecciones).

Acto 2. Es fácil imaginar el pleno gozo del Consejero cuando trascendió que había otro grupo, en idéntica red social, pero con el mensaje contrario. El divide y vencerás, con sindicatos y dos numerosos grupos de profesores enfrentados, se convertía en la tormenta perfecta: el sueño húmedo y placentero de cualquier político profesional.

Acto 3. En hábil maniobra de prestidigitador, y sabedor de que esta confrontación entre maestros sólo beneficiaba la postura del Consejero, el interino Pablo Palacios (mentón visible del grupo pro-congelación) hizo creer al Consejero que las dos posturas se habían unido por una causa común: solucionar los aparentes perjuicios a que se ven sometidos los interinos en general, prometiendo dejar a un lado la polémica de las oposiciones.

Acto 4. Es posible que el Consejero mordiese el anzuelo, y que temiese el efecto sinérgico de tal unión virtual, y sus posibles consecuencias colaterales e indeseadas (¿y si se aliaban también con los sindicatos?), ya que convocó al maestro Pablo Palacios para charlar cordialmente. Antes de la reunión, le advierte: nada de pitos y pancartas. La jugada del Consejero parece, aunque cutre, políticamente maestra: los libros de Historia están plagados de episodios así; pero el interino es un hombre de acción, y no los conoce. Es lo atractivo en los juegos, que no gana el que los inventa, sino el que mejor juega.

Acto 5, y desenlace. Recopilación de propuestas para el beneficio del interino en general por parte del «Príncipe del Pueblo», Pablo Palacios, aparente imitador de la presidencial (dicen) Belén Esteban (que representa ahora al sector del pollo en las nuevas formas de cultura); pero, cómo se las gasta, cual trilero: las reivindicaciones que no son de su conveniencia las descarta inmediatamente, convirtiéndose lo que expone/solicita en persona (te lo dije mamá, vaya descubrimiento: Facebook es más ágil que el Registro del Principado y que los sindicatos) en una suerte de recopilación de prebendas para ciertos interinos particulares, y rogando que se imiten las ilegalidades de algunas comunidades autónomas; posible consecuencia: los nuevos aspirantes y los asturianos que tuvieron que emigrar (leyenda urbana, según Tinín), que se fastidien; estamos asistiendo al posible nacimiento de una nueva casta de intocables (aunque no aprueben la oposición) bajo el paraguas de Pablo Palacios y la ceremonia de sus reuniones de cortesía con el Consejero; tan bendecido está el Príncipe que ya se le recibe en audiencia antes de constituirse en legal interlocutor de nada ni de nadie, aunque muestra a los suyos la zanahoria de un futurible sindicato. En fin, imaginable la caciquil conversación que surge después, un «oye, ¿qué hay de lo mío?». Traducido: lo que viene a ser un más que dudoso respeto al profesorado y a sus representantes sindicales que, nos gusten o no, lo hagan mejor o peor, deberían ser los únicos interlocutores válidos y legítimos, y a los cuales hemos elegido hace unos meses. Pero no, resulta que se recibe y escucha a un vehemente y visceral chicarrón, que se ha regodeado con los suyos a base de insultar, difamar, despreciar, incordiar, amedrentar y amenazar a los que opinan diferente, como podrán comprobar si visitan sus páginas y comentarios. Este chico apunta maneras de político de la escuela española: no lee historia, sabe movilizar voluntades y, lo mejor de todo, donde dice interés general sabe mirar bien por los suyos, los apoltronados que temen que alguien mejor y más preparado, en justo y legal proceso (ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, que en el artículo 10 establece que la selección de funcionarios interinos habrá de realizarse mediante procedimientos ágiles que respetarán en todo caso los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad), les arrebate los privilegios que nunca debieron ser tales.

Interino estable es un oxímoron a la altura de aquella inteligencia militar de Groucho Marx, o de la actualísima seguridad nuclear, o tan contradictorio como portero de discoteca con carnet de biblioteca; porque sí, porque yo lo valgo, por encima del mérito y capacidad de otros: vamos, que lo más abominable del espíritu de la derogada LOGSE (premiando la fotosíntesis y poco más), y denostado por el profesorado en general, resulta que es utilizado ahora por unos cuantos maestros para amarrarse a la silla. Resulta hasta divertido anticipar la imagen de un «ni-nicrático» de éstos, incapaz de aceptar el abismo que media entre el frecuente y esperable piropo de la abuela y el tú no vales pronunciado por el seleccionador de un casting de telerrealidad.

La mesa está preparada, pues, con las elecciones en el horizonte: pan para tapar bocas chillonas; de un lado, populismo político pasándose la patata caliente (ahora toca la FSA) para acallar el ruido (aún no sé cómo se atreven nuestros políticos a despreciar públicamente al despreciable Chávez); del otro, malabar cuadratura del círculo, populismo dentro del propio pueblo: un líder «feisbuquero» erigido por sus amigos y conocidos como representante del profesorado interino. Y el Consejero pudiéndose deleitar anticipando e imaginando las emociones de los sindicatos, puenteados y arrinconados.

Esto promete.

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