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Día Mundial del Agua

21 de Marzo del 2011 - Lucía Nosti Sierra (Oviedo)

"También la lluvia", la película de Iciar Bollaín, nos muestra un episodio ocurrido en Bolivia, cuando el gobierno trató de privatizar el agua y se originó una importante movilización, fundamentalmente indígena, que terminó por llevar al poder al actual mandatario de Bolivia, Evo Morales.

Este recuerdo es importante porque la tendencia actual a adelgazar el Estado, a privatizar todos los servicios, especialmente los que producen beneficios, incluye algunos que nunca debieran ser objeto de especulación, como la salud y la educación.

El agua es un bien escaso e imprescindible para la vida. El acceso al agua de calidad es todavía un lujo en muchas partes del planeta y para la mayor parte de sus habitantes, lo que provoca graves problemas de salud, especialmente en niños y niñas. La necesidad de acarrear el agua a casa desde la fuente más cercana obliga a las mujeres a realizar largos desplazamientos cada día. En muchos casos, son las niñas quienes invierten horas en esta tarea, lo que les impide ir a la escuela, perdiendo en el camino su futuro.

En nuestra sociedad, donde el acceso al agua se da por supuesto, nos dedicamos a derrocharla y a contaminarla. En España, durante el franquismo la política hidráulica consistió, fundamentalmente, en grandes embalses, en favorecer la oferta sin valorar la eficiencia de las instalaciones y en facilitar el regadío, sin repercutir el coste de obtención ni el ecológico. Todavía hoy, el regadío se lleva el 80% del consumo y no parece que las políticas hayan cambiado mucho, excepto por las plantas desalinizadoras, que han encarecido el precio del agua y el coste ecológico de su obtención (gasto de energia y emisión de CO2 y contaminacion de los fondos marinos por la salmuera). Ahora, las grandes obras y algunos combates políticos se centran en los trasvases. En ningún caso se plantean seriamente políticas de ahorro, a pesar de la disminución de la cantidad de agua que llevan nuestros ríos y nuestro acuíferos y la previsión de que sigan disminuyendo.

Tanto en los países países del Norte como del Sur se plantean, por razones diferentes, las mismas soluciones: privatizar el agua: Dado que es un bien escaso pero necesario y que o se derrocha o no llega a toda la población, algunos pretenden introducir la iniciativa privada para que, con su supuesta capacidad de gestión, solucione los problemas.

En realidad, en el Norte se apuesta por privatizar únicamente las empresas públicas que dan beneficios y no con el objetivo de mejorar la gestión, sino con el de obtener ingresos que, en la actual coyuntura de crisis, no vienen de donde debieran, de los impuestos. Esta política es pan para hoy y hambre para mañana y no garantiza el mantenimiento de los mismos servicios. Porque, con la lógica única de obtener beneficios, las inversiones que ahora se realizan se llevarían a cabo solo después de repartir ganancias entre los socios. Además, las empresas no estarían interesadas en ahorrar agua sino en todo lo contrario.

En los países del Sur la idea es que, dado que el Estado es incapaz de ofrecer este servicio, se encargue a empresas que realicen la inversión en infraestructuras y, a cambio, cobren posteriormente a la ciudadanía. Esta política lleva a que solo sea rentable la inversión en núcleos importantes de población, dejando de lado las zonas rurales y los barrios pobres de las ciudades donde los habitantes carecen de recursos para pagar el servicio.

En medicusmundi, entendemos que el acceso al agua es inseparable del derecho a la salud, que es un derecho humano básico y que, por tanto, debe ser garantizado por lo poderes públicos. Defendemos la gestión pública del agua y de la salud porque es la única que puede garantizar el acceso universal y equitativo a las mismas.

Medicusmundi lleva casi 20 años realizando proyectos de acceso a agua potable en diversos países del Sur. El éxito de estos proyectos se ha basado, primero y sobre todo, en la participación activa de los destinatarios y las destinatarias, que han trabajado en la canalización del agua desde el manantial hasta sus casas y, luego, en la gestión y mantenimiento de los sistemas de agua. En segundo lugar, en la sencillez y sostenibilidad de los sistemas de agua por gravedad en la que no se necesita ningún tipo de energía externa. En tercer lugar, en la seriedad y compromiso con su pueblo de las organizaciones locales con las que trabajamos en los distintos países.

El 22 de marzo, Día Mundial del Agua, debe servir para hacernos conscientes de la importancia y escasez de este elemento básico para la vida; de los esfuerzos y sacrificios que deben realizar muchas poblaciones para acceder a ella y de lo poco que nos costaría reducir nuestro consumo. Tenemos que consumir agua de forma responsable (seguro que aparece en todos los diarios y noticieros cómo hacerlo). Nuestra apuesta por este consumo moderado debe incluir también a la energía, la comida, la ropa.... y no debe limitarse a un día mundial porque todos los días son ya importantes para el mundo y para un futuro que entre todos vamos construyendo.

Eduardo García Langarica, medicusmundi álava/araba

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