Guerra de agujas
Alguien más recuerda (no hace tanto tiempo), aquellos carnavales recién permitidos, en los que tu madre revolvía el armario entero para encontrar las piezas que iban a formar parte de tu disfraz???... si, aquel disfraz hecho de prendas viejas, o no, que, si era menester, recibían un retoque (eso si, provisional, que no estaban los tiempos para tirar o estropear nada), aquel disfraz construido de imaginación, de complementos hechos en casa con cosas de casa, (en los tiempos en que ésta aún estaba en el poder), de ideas, de ilusión, y de la creatividad más inocente.
Alguien más está observando la competición de abuelas, tías-abuelas, y demás miembros femeninos de la familia que aún saben coger una aguja, con el fin de que su niet@, o sobrin@-niet@, o lo que sea, luzca mejor que nadie su obra???
Eso sí, ahora las tiendas está repletas del material necesario, de los adornos oportunos y de los accesorios correspondientes para que no falte detalle. Cuestión de euros.
Lo de menos son los críos, que, ajenos por completo a la guerra de la que forman parte sin pretenderlo, salen a la calle bajo la atenta mirada de sus madres (las de mi generación, generalmente, tenemos alergia a la aguja y el hilo), acompañadas a su vez por las artífices de la obra maestra, con la obsesión en la mirada, escrutinando, analizando el más mínimo detalle de los hij@s, niet@os, sobrin@s-niet@os... de las demás.
El viernes será la fiesta de carnaval del colegio de mi hija. Un año más, iré con la única intención que la malsana diversón que me produce observar los cuchillos que se lanzan con la mirada mis queridas costureras cuando empieza el desfile. Los comentarios no tienen desperdicio. Y yo, cámara en ristre... guardo un recuerdo anual de la guerra de las agujas... antaño llamada carnaval.
Por favor... que alguien organice un concurso en toda regla, para que puedan colocar un trofeo del todo a cien en el mueble-bar de su salón, tal vez junto a algún detalle de la boda de su último niet@, o sobrin@, o sobrin@-niet@.
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