Nunca jamás
Recordatorio. La conciencia vale por mil testigos.
Shakespeare
Hoy nos apetece reiteraros (reiterarnos a nosotros mismos) que uno de los políticos clave de la transición española, Joaquín Garrigues (ministro en dos ocasiones durante la presidencia de Adolfo Suárez) avisaba de «que no poseían ni los políticos ni nadie otro activo que la propia honorabilidad y de que si la perdíamos habríamos perdido la última poesía».
Sentada esa premisa, parece oportuno insistir en deletrear las ideas y definirlas nuevamente para evitar de una vez por todas la confusión entre el continente y el contenido, entre el instrumento y la obra, entre el verso y la poesía, entre el rito y la fe.
Acuérdate, acordémonos y no nos olvidemos nunca jamás, de que no tenemos otro activo que nuestra propia honorabilidad y de que si la perdemos...
Despedida y cierre, amables lectores. Para ti, Isahara, besos y feliz cumpleaños, cariño. Ah, este escribidor desde siempre admiró a Elizabeth Taylor. Ahora, Liz, ya allá en su estrella, seguirá ganando premios Oscar y un amor en pareja definitivo. Seguro. Érase una vez.
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