La Nueva España » Cartas de los lectores » Nunca me abandones

Nunca me abandones

25 de Marzo del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Me dejó peor cuerpo. No digo malo porque ése ya es el estado normal de mi cuerpo, de manera que la novela de Kazuo Ishiguro, lo que hizo fue dejármelo peor.

Me tocó rematarla ayer por la noche. Leí hasta bastante tarde, a ver si llegaba al puto final con alguna manifestación de rebeldía por parte de aquellos alumnos especiales. Pero no se produjo tal cosa. Si acaso el final, Aguardé un poco, volví al coche y me alejé en él hacia donde quiera que me estuviera dirigiendo, me dejó, lo cual añadió un nuevo malestar a mi ánimo, una cierta duda, ¿se alejó en virtud del normal desplazamiento, habitual para el desempeño de su función como cuidadora, para ir al encuentro de un nuevo donante, o se alejó buscando el dejar atrás el sino predeterminado de su existencia?

Al no poderme responder he buscado la respuesta en el autor. Alguien, a quien el libro le había creado la misma inquietud que a mí, y, por cierto, me ha sorprendido que en su pregunta esté la palabra sino, la misma que yo utilicé para hacérmela a mi mismo, le pregunta al autor: ¿Por qué sus personajes no luchan y aceptan su sino? Me gusta este tipo de personajes y creo que la gente vive así, resignada a su destino, sin intentar escapar de la realidad que le ha tocado vivir, si exceptuamos los protagonistas de las películas de Hollywood.

La respuesta ha provocado en mí un gesto espontáneo de comprensión. El autor es japonés y, de inmediato, me viene a la mente lo que tantas veces se ha reiterado estos días en los noticiarios con motivo del desastre en Japón: el asombro del mundo occidental por la actitud resignada y sin aspavientos con que los japoneses aceptan las terribles consecuencias del cataclismo que les ha tocado vivir.

Sin embargo no estoy de acuerdo con Kazuo. Pienso que este hombre, a pesar de haber vivido la mayor parte de su vida en Inglaterra, está sobreniponizado, lo que no le permite tener muy clara la diferencia entre estoicismo y fatalismo.

No creo que los japoneses, ni los occidentales, la mayoría de la gente, como él dice, viva así, resignada ante un hipotético y fatal destino, sin luchar para conformar el propio. Mientras haya opción para ello. Ahí está la mamá del cordero: que haya opción. Los personajes de la novela están en la edad ideal, en el cenit de su existencia, con todas sus fuerzas a su disposición para la lucha, de ahí que no resulte muy comprensible su comportamiento abovinado, transitando sin rechistar el camino hacia el matadero, cuando ni siquiera se encuentran encerrados en un cercado inexpugnable.

Lo terrible, lo verdaderamente terrible, es cuando no tienes más alternativa que la resignación, aunque algunos afortunados, por lo visto, consiguen escaquearse repitiéndose mantras tan simplones como: soy joven porque tengo el corazón joven.

Los que no nos lo creemos, simplemente nos jodemos, leemos especulando, y vamos tirando como podemos.

Cartas

Número de cartas: 45941

Número de cartas en Septiembre: 45

Tribunas

Número de tribunas: 2083

Número de tribunas en Septiembre: 5

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador