¿Agentes del miedo? ¡No! de la esperanza
Miedo sí ¡y mucho! al pasado, pero la esperanza es el futuro. Sí, tengo miedo a nuestro pasado político del paraíso natural (como si pudiéramos vivir todos en él de él) menospreciando la esperanza de la riqueza natural de nuestros valles que hubiera podido dirigirnos en un esfuerzo colectivo que, coordinado por las TICs, hiciera surgir multitud de pequeñas empresas familiares en cooperativas que comercializarían por todo el mundo los productos industrializados de su empresa. Tengo miedo de vivir una semana negra tras otra en un abierto hasta el amanecer de jóvenes que no están despiertos al mundo diurno en el que deberían abrirse paso luchando codo con codo como emprendedores beneficiados del descanso de la noche. Tengo miedo de las playas artificiales que revalorizan terrenos de unos astilleros a los que no se les apoyó a ser más competitivos porque había que financiar colosales obras en el Musel para afianzar industrias del pasado sobre las que no hemos sido capaces de generar ningún valor añadido. Tengo miedo de una clase sindical irresponsable que ha vivido por encima del valor de sus cuotas sindicales mientras mandaba a los trabajadores a cursos (hasta de francés) para labrarse un porvenir. Ahora a los cuatro centros públicos de Oviedo, Langreo, Gijón y Avilés (únicos oficiales desde siempre, y ridículo porcentaje frente a tanto centro colaborador) se les deja sin equipo de docentes porque ellos sí saben, y quizá por eso se les abandona como cascarones de ladrillo para, en vez de formar equipo docente, formar todo aquello que sobre papel se aguante, ¿dónde quedará la experiencia que dicta que las cosas no van bien en FP y que la enésima reforma aún no será la última? Tengo miedo de ver cómo los agentes de la esperanza, los expertos-docentes de estos centros, son enviados al desempleo: la suerte ésta echada. Tengo miedo de los empresarios que basan su competitividad en la subvención y la contratación de salarios ínfimos con horas extra sin pagar y horas financiadas como formación gratuitas, cuando están obviando la innovación tecnológica y del producto, para ver cómo no se puede alcanzar una competitividad para la que es necesario elevar los conocimientos, destrezas y competencias de los trabajadores fijos y estables como equipo bien formado (esos grandes desconocidos). Miedo a preguntarme ¿sobre qué FP inicial se construirá aprendizaje permanente para la competitividad? Miedo de una oposición que no quiere gobernar porque está a gusto perpetuándose como oposición y sin renovar. Y, por último, os tengo miedo a vosotros que, viendo lo previsible o ciegos, no arrojasteis a un lado tanto canto de cigarra porque la hormiga era una idealista, una agente del miedo y una desencantada. Tengo miedo a la cafetera en la que el agua hierve y el café no sale. Sí, tengo miedo a que os quedéis, como dice mi amigo el chileno, con las fórmulas mágicas para obtener euros para gastar más papel, comprar más grasa, más plástico, etcétera. Y, al final, consumo y basura; no productos responsables.
No, no temo al futuro si en este presente nos deshiciésemos del pasado para que, identificado para la Historia, jamás volviésemos a temer abrir caminos a la libertad, ni negásemos esfuerzos al emprendedor en libre competencia. Aparecería así una esperanza creciente, con tal de que los predicadores de la causa os apartarais a un lado, dejarais de cantar y, al menos por vergüenza, os callarais una temporada. No se trata de impedir que os expreséis, sino de poder oír en el silencio el angustioso sonido del marchitar y secar de tantos resultados que brotan lacios como consecuencia de vuestra alegre y cantora siembra pasada.
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