¿Es posible hacer más con menos?
Es necesario optimizar la gestión del interés general para conseguir el bienestar sostenible de la sociedad europea.
Hasta ahora, la percepción principal que muchos ciudadanos tienen de la UE es la de una importante fuente de financiación. No obstante, como consecuencia de las dificultades financieras que están sufriendo los estados miembros en esta época de crisis, en los próximos años el presupuesto europeo y, por ende, los fondos disponibles para el desarrollo de las regiones más atrasadas, van a verse muy mermados para todos, pero especialmente para aquellas regiones europeas que, como Asturias, han mejorado su nivel de riqueza (PIB por habitante), en comparación con otros territorios más pobres de la UE.
¿Cuál cabe esperar que sea el papel de las administraciones públicas como impulsores del crecimiento económico desde el momento en que su capacidad para actuar vía subvenciones públicas se vea mermada? ¿Cómo podrá contribuir la Unión Europea a nuestras necesidades de crecimiento como sociedad y como demandantes de servicios públicos de calidad?
En la actualidad nos enfrentamos a un cambio estructural global, quizás el mayor reto afrontado por la sociedad humana en su historia. Para ello, los europeos debemos unirnos para trabajar en una misma dirección, tal y como señala la estrategia «Europa 2020» de la UE. Además, las autoridades públicas deben prepararse para dar respuesta a grandes retos que superan las fronteras regionales y nacionales.
Desde un análisis de numerosos estudios y propuestas que se vienen haciendo en los últimos años y muy especialmente desde 2007 con el estallido de la crisis económica y financiera mundial, existen, en mi opinión, dos grandes revoluciones que debemos acometer de manera decidida: por un lado, la revisión y adaptación de las estructuras y modelos de gestión (gobernanza) y, por otro, sustituir el objetivo de crecimiento económico por el de prosperidad.
Los cambios en materia de gobernanza exigen elaborar estrategias integradas, con perspectivas transversales que abarquen diversas políticas sectoriales, y a largo plazo (15-20 años en el caso de las regiones británicas, 10 en el caso de la estrategia «Europa 2020»).
Estas estrategias están orientadas a conseguir resultados que contemplen la participación de los ciudadanos y agentes socioeconómicos, tanto en su diseño como en su ejecución, y que se basen en una buena coordinación de las diferentes administraciones competentes. El reto consiste, en definitiva, en optimizar los recursos existentes, tanto públicos como privados, y en hacerlos más efectivos y eficientes en la tarea de gestionar el interés general.
Subtítulo: Reflexión sobre una gobernanza para la prosperidad en la Unión Europea
Destacado: La UE seguirá financiando en los próximos años nuestros proyectos de inversión, pero progresivamente la financiación irá cada vez más dirigida a aquellos que contribuyan a un modelo de prosperidad sostenible
La segunda revolución sería la de asegurar un futuro sostenible para nuestro planeta. Resultan muy interesantes los sucesivos estudios de expertos economistas de todo el mundo y que ofrecen un nuevo enfoque para el cambio de modelo económico de producción y consumo. Todos ellos plantean la conveniencia de medir aspectos relacionados con la calidad de vida o el bienestar de los ciudadanos, que van más allá de los simples datos económicos. Se introducen, por tanto, dos consideraciones complementarias a las económicas: la social y la medioambiental, configurando la idea de un desarrollo sostenible o de verdadera prosperidad de una sociedad.
En estas reflexiones quizá podamos encontrar la respuesta a las preguntas planteadas más arriba y nos permitan descubrir el valor añadido que puede representar para nosotros la existencia de Unión Europea. En primer lugar, los ciudadanos europeos debemos aprovechar el hecho de disponer de cauces participativos existentes en nuestros estados democráticos de derecho y en las propias instituciones europeas. En segundo lugar, es necesario unir esfuerzos para conseguir una prosperidad sostenible, y para ello todos debemos tomar conciencia de aspectos que van desde conocer los recursos naturales empleados en los productos que consumimos, la energía necesaria para producirlos, el ciclo de vida de los productos, el impacto sobre el medio ambiente de los residuos que producimos con nuestras actividades, etcétera.
La Unión Europea seguirá financiando en los próximos años nuestros proyectos de inversión, pero progresivamente la financiación irá cada vez más dirigida a aquellos que contribuyan a un modelo de prosperidad sostenible.
En la construcción de ese modelo de prosperidad deberíamos participar todos nosotros para conseguir que refleje nuestras preocupaciones y preferencias como ciudadanos.
A través de los documentos europeos, que están a disposición de cualquiera de nosotros, desde la Unión Europea nos están proponiendo hacer más con menos, hacer frente a retos enormes convirtiéndolos en oportunidad para nuestro desarrollo como sociedad.
María José Rodríguez Carbajal
jefa de la Oficina de Asuntos Europeos
Principado de Asturias
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