Evitar gastos o propagación del dolor
Que el coste económico sea la razón principal esgrimida para estar en desacuerdo con la participación de España en la guerra de Libia es algo que me ha dejado un tanto descolocado. O sea, si el país está en una situación boyante, no hay problema en enviar tropas a intervenir en conflictos armados, pero si la cosa está achuchada, mejor se ahorran los euros para otros menesteres. Siendo la guerra una manifestación extrema del triunfo de la sinrazón, no parece muy reflexivo que las dudas, las discrepancias o las inquietudes centrales al respecto sean los gastos, en vez de cuáles son las actuaciones más acertadas para evitar la propagación del terror, del sufrimiento y del dolor. Ojalá que el pueblo libio alcance pronto un alto el fuego definitivo y sea capaz de concentrar sus esfuerzos en intentar dar respuesta a sus problemas y diferencias a través de las palabras y las urnas porque, sin duda, la sangre derramada en la arena del desierto y las calles de pueblos y ciudades no es un fertilizante apropiado para fortalecer y mejorar la convivencia y la cohesión, pero sí lo es para extender e intensificar el odio y el enfrentamiento.
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