Ofensa y agresión a la Universidad
Los hechos ocurridos en la Universidad Complutense de Somosaguas son verdaderamente vergonzosos e indignantes. Un grupo de vándalos, energúmenos de sucio pelaje, desnudos y pintarrajeados, invadieron la capilla con insultos a todo cuanto la Iglesia católica representa; ésta, en el punto de mira hoy de un laicismo progre y enfermizo que viene desde muy arriba. Claro que estos vándalos saben muy bien a quién atacan e insultan: a una religión que manda perdonar a los que ofenden. Porque si lo hicieran a esa otra que todos sabemos –a la que tanto mima y apoya el Gobierno–, sus «gaitas» cercenadas de un tajo. ¡Cuánto cobarde hay, carajo!
Hoy, en Celtiberia, todo está devaluado, en decadencia y por los suelos. Hasta la Universidad, que ya es decir, foro de cultura y saber, prestigio y grandeza de los pueblos, que en nuestro caso, aquí, en Alcalá de Henares y Salamanca (¿qué diría Fray Luis de León si levantara la cabeza?), estas históricas universidades irradiaron esa cultura y saber al resto del mundo. Hoy, algo está fallando en la Universidad, como demostrado está con lo acaecido en la Complutense, cuyo rector, al parecer, es consentidor de estos desmanes que desprestigian y enfangan la Universidad. Y la autoridad gubernativa, quizá por consigna de muy arriba, mira para otro lado y da pábulo así a nuevos actos delictivos que deterioran más aún nuestra vulnerable y mal defendida democracia. Cada vez más cuestionada, para nuestra desgracia.
Fonseca, su alma máter, dolorida, sufre hoy la agresión de quienes no son dignos ni de pisar sus aulas. Y recordando la clásica canción de la tuna universitaria, diremos que hoy, más que nunca, triste y sola se queda la Universidad.
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